Sesenta y cuatro años después de la primera cita en Roma, en 1960, París, tres veces ciudad olímpica, afronta el desafío de celebrar sus primeros Juegos Paralímpicos de verano con el objetivo de volver a maravillar al mundo y con una apuesta decidida por la inclusión que le ha llevado a hacer una inversión de 125 millones de euros.
El 28 de agosto, a orillas del Sena, se encenderá el pebetero de los Juegos Paralímpicos y, durante doce días, la llama iluminará el cielo de París, como hizo hace menos de un mes con los Juegos Olímpicos, que se saldaron con un gran éxito deportivo y organizativo.
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Los Juegos Paralímpicos de Roma, en 1960, solo duraron ocho días, del 18 al 25 de septiembre, y a la cita acudieron 400 deportistas de 23 países para participar en 57 pruebas repartidas en ocho deportes: atletismo, baloncesto en silla de ruedas, dardos, esgrima en silla de ruedas, natación, billar adaptado, billar y tiro con arco.
Esos fueron los primeros Juegos Paralímpicos, ya con esa denominación, aunque los duodécimos Juegos Internacionales de Stoke Mandeville, situando el inicio del contador histórico en 1948 en la ciudad británica.
Los Juegos de Roma marcarían el inicio de lo que se consideran los Juegos Paralímpicos aunque no sería hasta cuatro años después, en Tokio 1964, cuando empezarían a tener cierta relevancia dentro de la sociedad con la elaboración, por primera vez, de un cartel, una bandera y un himno propio.
El término 'paralímpico', que comenzó a utilizarse en 1964, no fue reconocido oficialmente hasta 1989 con la unión de las palabras 'para' y 'olímpico', cohabitando desde entonces con los Juegos Olímpicos.
Cuatro años después de Tokio, en Tel Aviv (Israel) 1968, se modificaron los sistemas y criterios de clasificación médica en las especialidades con mayor número de competidores (atletismo, baloncesto y natación), empezando ya a comprenderse la necesidad de establecer un sistema de clasificaciones que garantice la mayor igualdad de condiciones posible organizando las competiciones en base a clases establecidas según los diferentes grados y tipos de discapacidad.
Los Juegos de Heidelberg (Alemania) 1974 pasarán a la historia por el uso, por primera vez, de los paneles de cronometraje electrónico en natación, donde se batieron varios récords. Uno de los momentos más reseñables fue la final de baloncesto masculina donde más de 4.000 personas se reunieron para presenciar como Estados Unidos arrebataba el título de campeones a Israel por 59-58.
En la reunión celebrada al término de los Juegos, oficiales y entrenadores trataron la necesidad de desarrollar y redefinir los reglamentos de cada prueba y se decidió crear sub-comités específicos para cada deporte en los Juegos Internacionales de Stock Mandeville, con el objetivo de conseguir una mayor concreción dentro del movimiento y en concreto en el desarrollo de los deportes en silla de ruedas.
Incremento del número de mujeres
En los Juegos de Toronto (Canadá), en 1976, ya se contó con una presencia considerable de mujeres deportistas, alrededor de 250, y también fueron importantes los números de deportistas amputados (261) y discapacitados visuales (187).
El Comité Organizador demostró una gran eficacia al ser capaz de coordinar un mayor número de clasificaciones deportivas con sus consiguientes pruebas. También tuvo que realizar un notable esfuerzo en el transporte de sillas de ruedas ya que el alojamiento de los deportistas en diferentes lugares complicó notablemente esta operación. Además contó con la fundamental colaboración de más de 3.500 voluntarios.
Para la siguiente edición, dado que la Unión Soviética no acogió los Juegos Paralímpicos de 1980 en su territorio, los organizadores acordaron celebrar los Juegos Paralímpicos en Arnhem (Holanda). Al igual que en los anteriores Juegos, varios países comunicaron su negativa a participar junto a Sudáfrica por lo que se le negó su participación mientras continuara sus políticas de apartheid.
Para la celebración de los Juegos se creó a propósito en 1977 la Fundación de los Juegos Olímpicos para los Discapacitados. Con ese fin, el año anterior se creó un programa de televisión llamado Telebindo con el objetivo de conseguir fondos para la organización de los Juegos.
El deseo de establecer nuevas categorías más específicas en el movimiento paralímpico internacional había cristalizado en la formación de dos federaciones deportivas autónomas, la Asociación Internacional de Deportes para Ciegos (IBSA) y la Asociación Internacional de Deportes para Personas con Parálisis Cerebral (CP-ISRA), quedando la ISOD como la federación de los deportistas con amputaciones y otras discapacidades.
El siguiente paso fue la creación del Comité de Coordinación Internacional (ICC) donde todas las federaciones estaban representadas. A finales de los ochenta ya estará constituido el germen de los que en un futuro próximo sería el organismo encargado de la gestión de los Juegos: el Comité Paralímpico Internacional (IPC).
Dos sedes
Los Juegos de 1984 fueron los primeros que se celebraron en dos ciudades diferentes. Nueva York organizó las competiciones para ciegos, amputados, los llamados ‘otros’ y personas con parálisis cerebral. Las competiciones de personas con lesiones medulares tuvieron lugar en la ciudad inglesa de Stoke Mandeville.
En los Juegos de 1984 se depuró el sistema de agrupación de los deportistas en diferentes clases médico-funcionales: nueve clases para los amputados, ocho para los deportistas con parálisis cerebral y tres para los discapacitados visuales.
Los Juegos fueron un éxito a pesar del inconveniente de la celebración en dos países distintos y el corto periodo de tiempo del que dispusieron (cuatro meses) para su preparación. Este éxito fue en gran parte debido a la creación del Comité Coordinador de las Organizaciones Mundiales para los Discapacitados (ICC) en 1982.
Esos Juegos paralímpicos fueron los primeros que se celebraron bajo el control de un único organismo internacional, encargándose el ICC de la coordinación de la participación de los deportistas de las cuatro federaciones internacionales de deportes para discapacitados, y que de ahora en adelante serviría como organismo gestor de los Juegos Paralímpicos.
Un nuevo salto se produjo con los Juegos Paralímpicos de Seúl (Corea del Sur) en 1988, que fueron los más importantes y ambiciosos celebrados hasta el momento. El Comité Organizador hizo todo lo posible porque fueran un éxito y, de esta forma, se constituyó una villa paralímpica para alojar a los más de 3.000 deportistas y a los mil técnicos procedentes de 62 delegaciones, consiguiéndose que las personas con discapacidad pudieran utilizar las instalaciones y el personal olímpicos.
Barcelona, punto de inflexión
Los Juegos Paralímpicos de Barcelona fueron la mayor demostración del deporte de élite teniendo el Comité Organizador (COOB) que poner estrictos cupos de participación y marcas mínima para evitar que la masiva participación de deportistas discapacitados quitara credibilidad y nivel de competición a los Juegos Paralímpicos.
Se reunieron 3.020 deportistas y alrededor de mil oficiales de equipo de 82 diferentes países. Todas las delegaciones se alojaron en las instalaciones de la Villa, acondicionada para ser completamente accesible a todos los participantes.
La ceremonia de inauguración, celebrada el 3 de septiembre en el Estadio Olímpico de Montjuic, tuvo una asistencia de 65.000 espectadores, contando con la presencia de la Casa Real española y el presidente del Comité Paralímpico Internacional, el canadiense Robert Steadward.
Esos Juegos no hubieran sido posibles sin la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), que hizo aportaciones extraordinarias al presupuesto de los Juegos cuando éste resultó insuficiente para cubrir todo el esfuerzo económico necesario para la adecuación técnica, de instalaciones o contratación de personal especializado.
Nuevo paradigma deportivo
En Atlanta’96 fue la primera vez que los deportistas con discapacidad intelectual participaron en unos Juegos Paralímpicos, compitiendo en las pruebas especiales de atletismo y natación. Los Juegos contaron con la asistencia de casi 400.000 espectadores, la ceremonia de inauguración fue presenciada por 66.257 personas y la de Clausura por casi 58.000. Además los eventos deportivos contaron con una amplia cobertura informativa al contar con 2.088 periodistas acreditados.
Esos Juegos también fueron pioneros en la captación de patrocinadores a escala internacional y la organización de una “Pirámide Cultural” que exhibió las creaciones de varios artistas discapacitados en diferentes manifestaciones artísticas.
Cuando la bandera paralímpica puso rumbo a Sidney, los organizadores habían insistido en que todos los servicios esenciales para los Juegos Paralímpicos fueran realizados por el mismo equipo profesional que se encargara de los Juegos Olímpicos. Ambos Comités Organizadores trabajaron junto y consiguieron crear las mejores condiciones para los deportistas discapacitados de élites.
Los deportistas paralímpicos tuvieron las mismas condiciones, instalaciones y facilidades que los olímpicos y los Juegos Paralímpicos en sí fueron considerados y sentidos por la población como la continuación o una parte más de los Juegos Olímpicos.
El éxito entre la sociedad fue tal que se vendieron más de un millón doscientas mil entradas (más del doble de las 500.000 de Atlanta). Los resultados deportivos fueron magníficos y de un nivel nunca hasta ahora alcanzado con 550 medallas de oro entregadas y más de 300 récords mundiales y paralímpicos.
La siguiente cita fue en Atenas 2004, con una participación de mujeres que por primera vez superó el 30% (se situó en el 31%). Se lograron 304 récords del mundo y 448 paralímpicos y en la Ceremonia de Clausura se incorporó el nuevo logotipo de IPC en la bandera.
Pekín 2008 llevó a los Juegos a otra dimensión por la espectacularidad de sus instalaciones, sobre todo el Estadio Nacional, conocido como el “nido de pájaro”. Con una capacidad para 91.000 espectadores, acogió las competiciones de atletismo, así como las ceremonias de inauguración y de clausura con un gran éxito de público.
En Londres 2012, la organización rozó el sobresaliente y, hasta el momento, son considerados los mejores Juegos Paralímpicos. Fue la primera vez que se superaron los cuatro mil participantes, con 4.302 para veinte deportes y 503 pruebas.
La primera ocasión en que América del Sur organizó el mayor evento deportivo mundial fue en Río 2016. En ellas se estrenó el equipo de refugiados, formado por deportistas que habían sufrido las consecuencias de las guerras de Irak y Siria. Por otro lado, el Comité Paralímpico Internacional no permitió la participación del equipo ruso como consecuencia del caso de “dopaje de Estado” desvelado por el informe McLaren.
La mascota paralímpica fue un árbol animado de tronco azul y brazos verdes llamado Tom, en homenaje a Tom Jobim, uno de los creadores de la célebre canción "Garota de Ipanema". El gato Vinicius fue la mascota olímpica, en tributo al otro creador, Vinicius de Moraes.
Hasta el momento, la última parada de los Juegos Paralímpicos fue en Tokio con el telon de fondo de la pandemia de la covid-19 que asoló al mundo y que provocó que los Juegos se tuvieran que posponer un año, hasta 2021, y se celebraran en condiciones excepcionales, sin público en las gradas, con controles continuos para evitar contagios y poco ambiente de celebración para la dura situación que se vivió a nivel internacional.