Ni rastro de la heroicidad rojiblanca de hace año y medio. El Liverpool se cobró una venganza cómoda y sin apretar (2-0) ante un Atlético miedoso, descoordinado atrás, que se quedó con diez con 60 minutos por delante y al que Anfield y un rival de la entidad de los 'Reds' le quedó demasiado grande.
Fue un encuentro desastroso en defensa para los de Diego Simeone, que nunca estuvieron enchufados y que tuvieron que dar hasta gracias de que el marcador no fuera una derrota histórica, porque con 2-0 ya en el marcador, los rojiblancos jugaron más de 60 minutos con un hombre menos por una expulsión infantil de Felipe, que clavó los tacos a Jota y desobedeció al árbitro.
Frente a un Atlético temeroso del partido que tenía por delante, se erigió un Liverpool aún dolido con lo ocurrido en este estadio hace 18 meses. Con la intención de cobrarse todo lo que paró Oblak aquel día. Con la misma intensidad con la que ahogaron al Atlético en el Metropolitano y que les sirvió para decantar el partido muy rápido.
La noche de la eliminación hace año y medio, el Liverpool tiró centro tras centro sin premio, esta vez, el primero fue para dentro. Trent Alexander-Arnold, catalizador de los ataques del Liverpool y estrella de 20 minutos magistrales, castigando una vez más la banda de Yannick Carrasco, levantó la testa y puso un centro medido para que Jota, libre de marca, solo completamente, la empujase de cabeza a un metro de Oblak.
El gol no sirvió para despertar al Atlético, imbuido en una pasividad pasmosa. Eso, contra un Liverpool, elevado por su afición y ávido de pasión, es mortal. Otra vez Alexander-Arnold, otra vez la banda derecha y otro centro certero. Pudo ser un chut, pudo no salir lo que esperaba el lateral inglés, pero Mané, más listo que todos, se adelantó a la defensa, pilló a contrapié a Oblak y firmó el segundo tranquilamente con la zurda.
Y el castigo pudo ser peor, puesto que Oxlade-Chamberlain, con los rojiblancos en la lona, rozó el tercero con un disparo desde la medialuna. Cuando comenzó a asentarse el Atlético y a otear la portería de Alisson, llegó el mazazo. Jota cazó en una contra al Atleti, pero Felipe cortó la jugada con una falta por detrás sin intención de jugar el balón. Makkelie, con la amarilla preparada, llamó tres veces a Felipe, este hizo caso omiso y el holandés, ante el desplante del brasileño, cambió la cartulina a roja y le expulsó.
De un plumazo el partido se había ido al traste para los de Simeone. Empezó un ejercicio de resistencia para que la noche no acabara en goleada. Les ayudó el VAR, anulando un tanto a Jota por fuera de juego, y luego sendos fallos de Salah, Firmino y Matip a bocajarro.
El partido podía ir 5-0 cuando Suárez, con un tiro desviado, colocó el 2-1. Espejismo, porque el VAR también lo anuló. Klopp se dio cuenta que no podía dejar escapar esto y de que no le interesaba un encuentro loco y eliminó de la ecuación a Fabinho para añadir la calma de Thiago. El Liverpool atesoró la posesión, adormeció el choque y, aunque buscó el tercero, se conformó con un resultado suficiente.
Los ingleses aumentan su renta al frente del Grupo B, con doce puntos, y firman ya la clasificación a octavos como primeros de grupo. El Atlético se jugará la vida en Oporto y Milán, ya que se queda tercero, a un punto del Oporto.
AM