En las calles de Nicolás Romero, donde el aire suele estar viciado por la delincuencia y las adicciones, surgió una figura que ha decidido cambiar el estruendo de los motores por el sonido de la campana.
Brandon ‘El Perro’ Mejía Mosqueda no es un producto de la mercadotecnia, sino un guerrero forjado en la urgencia y el frío de la realidad mexicana, donde detenerse nunca fue una opción viable para sobrevivir.
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La motocicleta y el amargo sabor del fracaso
Antes de alcanzar la gloria en el cuadrilátero, la vida de Brandon transcurría sobre dos ruedas.
El joven repartía comida en motocicleta para asegurar el sustento de su familia, enfrentándose diariamente al peligro de los baches y el tráfico, mientras su hija, Alisson Cattleya, estaba en camino.
En aquel entonces, su rutina consistía en entrenar dos veces al día para luego lanzarse a una "ruleta" en las calles, donde un simple accidente podía truncar sus sueños deportivos para siempre.
Sin embargo, el camino hacia el profesionalismo estuvo marcado por un duro golpe de realidad.
Durante los Juegos Panamericanos Juveniles de 2021 en Cali, Colombia, Mejía fue eliminado en su primer combate.
Aquella derrota silenciosa y frustrante le dejó una lección fundamental: el talento sin una preparación adecuada es insuficiente.
Lejos de rendirse, este tropiezo lo obligó a entender que el boxeo es una disciplina que no admite improvisaciones, transformándolo en el peleador metódico y disciplinado que es hoy en día.
Dominio total en el WBC Boxing Grand Prix
La verdadera prueba de fuego llegó con el WBC Boxing Grand Prix. De una convocatoria masiva de más de 2000 aspirantes, solo 128 lograron entrar al torneo, y conforme avanzaron las rondas, Brandon se convirtió en el único mexicano en mantenerse en pie.
Su ascenso no fue producto del azar, sino de una mentalidad de hierro construida bajo la premisa de que no existe una red de seguridad que lo proteja si llega a caer.
Su desempeño en las etapas finales fue quirúrgico. En la semifinal, Brandon liquidó al sudafricano Bekizizwe Maitse con un fulminante gancho al hígado en el quinto asalto.
Posteriormente, en la gran final, se impuso al italiano Muhamet Qamili para adjudicarse el trofeo José Sulaimán – Flame of Hope.
A pesar del prestigio del premio, Mejía mantiene los pies en la tierra, pues entiende que su verdadera motivación no son las placas ni los trofeos, sino el bienestar de su hija y el recuerdo de cada noche de sacrificio bajo la lluvia.
Un símbolo de resistencia para el boxeo nacional
Con un récord invicto de 13 victorias y 10 nocauts, Brandon Mejía se ha convertido en un recordatorio viviente de la esencia del boxeo mexicano.
En un panorama donde las nuevas camadas parecen diluirse, ‘El Perro’ evoca el espíritu inagotable de leyendas como ‘Ratón’ Macías o ‘Chiquita’ González, peleadores que encontraban su fuerza en la dignidad de sus barrios.
Brandon no busca simplemente la fama; su carrera es un acto de resistencia pura frente a la falta de oportunidades.
Mientras existan atletas con su temple, el boxeo mexicano seguirá respirando y demostrando que aún tiene la capacidad de mantenerse de pie, incluso cuando le toca pelear a golpes de fe.
Su carrera es como un diamante forjado bajo la presión extrema de la tierra; necesitó de la oscuridad y el peso de la adversidad para adquirir la dureza y el brillo que hoy luce en el centro del ring.
DR