Cada que Pamela Rosas sale al diamante para cubrir el campo corto con la franela de Sultanes de Monterrey Femenil tiene una motivación especial: su pequeño Clemente Matías.
De poco más de año y medio, Matías entiende poco de softbol, pero aun así puede ver la felicidad de su mamá por vestir los colores de la novena regiomontana y de jugar la primera Liga Mexicana de Softbol.
“La verdad es muy bonito, yo estar en el campo y mi hijo, pues, como aficionado, echándome porras en lo que se pueda y muy feliz, contenta”, dijo la joven softbolista.
Pamela había dejado el softbol para convertirse en mamá, pero al recibir el llamado de la manager Nancy Prieto no dudó en volver a equiparse con guante y bat para defender el campo corto de la novena regiomontana.
“La verdad sí me motiva bastante, yo dejé de jugar por el niño, por cuidarlo, pero gracias a Dios se me dio esta oportunidad y aquí sigo jugando.
“Al principio se me hacía muy difícil, porque dejé de jugar, pero conforme fui jugando, lo practiqué y ya, se me hace muy fácil”, reconoció la jugadora, quien dijo que al momento piensa disfrutar de este proceso.
Sultanes de Monterrey Femenil ocupa el tercer sitio en el standing general de la LMS, con cuatro ganados e igual número de juegos perdidos. El próximo jueves iniciará temporada contra Diablos Rojos Femenil, que está en segundo sitio (6-2), por debajo de Charros de Jalisco Softbol (7-1).
De 22 años y originaria de Monterrey, Pamela se le ve sonriente en el terreno de juego, porque sabe que en las gradas está su pequeño Clemente Marías con el resto de su familia apoyándola en este sueño.
MPP