Gracias a Serena Williams, este Abierto de Estados Unidos será como ningún otro.
Si acaba siendo o no el último torneo de una larga, ilustre y trascendente carrera —en el tenis profesional, quizás más que en cualquier otro deporte, las despedidas pueden ser sólo un hasta la vista— la cita de dos semanas que arranca el lunes en las canchas duras de Flushing Meadows y cierra el calendario de Grand Slams en 2022 orbitará totalmente en torno de Williams.
Al menos mientras siga en carrera.
Es lo apropiado, puesto que en la mayor parte de las últimas dos décadas, con el US Open en particular, mucho ha girado en torno a Williams, quien cumplirá 41 años el próximo mes.
Las razones son muchas. He ahí su peculiar talento con la raqueta y su indómito espíritu competitivo por ser la mejor que le llevó a ganar 23 coronas individuales del Grand Slam, el número uno del ranking y medallas olímpicas de oro, así como ese carisma que le permitió ser una celebridad y un superestrella del deporte.
“En mi opinión, ella revolucionó el tenis”, dijo Chris Evert, campeona de 18 grandes en los 70 y 80. “Revolucionó el poder en el tenis. Y siento que inspiró a las mujeres negras, porque tenemos más mujeres negras jugando tenis. Y eso ha cambiado cómo las mujeres compiten porque está bien ser feroz, fogosa y expresiva en la cancha, y seguir siendo una mujer”.
Las formas en las que Williams — y su hermana mayor Venus, la campeona de siete grandes y pareja de Serena para otros 14 cetros de dobles en los majors — alteraron el tenis son diversas, y van más allá de sus veloces saques y potentes devoluciones.
Hicieron que el resto las emulase o viera cómo contrarrestarlas.
“Tenían algo adentro”, dijo Rick Mauci, el entrenador de tenis que trabajó con las hermanas a inicios de los 90, comenzando antes que alcanzaran la adolescencia. “Cuando competíamos o hacíamos ejercicios competitivos, pude ver algo que nunca había visto. Luchaban tan denodadamente por alcanzar una pelota que casi que se tropezaban. Cierto que hay que poner ganas; eso no significa que serás un campeón mundial. Pero era otro nivel”.
Williams ha dicho que no sabe cómo definir su legado, pero se puede palpar en jugadoras que se inspiraron en ella, como Coco Gauff, o en modificaciones al reglamento propiciadas obviamente, o en cierta medida, por episodios en los que estuvo involucrada.
Un ejemplo: La decisión de la Asociación Estadounidense de Tenis, de permitir que los entrenadores puedan dar directrices en un torneo de Grand Slam por primera vez, está atada a la caótica final del US Open de 2018, en la que a Williams le quitaron un juego tras haber sido advertida por recibir instrucciones de su entonces entrenador, Patrick Mouratoglou, durante la derrota ante Naomi Osaka.
Otro ejemplo: La proliferación de la revisión electrónica, al extremo que los jueces de rayas han desaparecido en los partidos del US Open, puede remontarse a un duelo de cuartos de final en 2014 en Flushing Meadows, en el que varias decisiones perjudicaron a Williams al perder ante Jennifer Capriati.
Sólo en el US Open, Williams protagonizó otros incidentes con los jueces (la falta con el pie en la semifinal de 2009 frente a Kim Clijsters), lució atuendos innovadores (una malla entera en 2002; botas a la altura de la rodilla dos años después) y consiguió numerosas victorias que se remontan a 1999, cuando tenía apenas 17 años y derrotó a Martina Hingis para conquistar su primera corona de Grand Slam.
Así que el estadio Arthur Ashe será el escenario ideal para una despedida a pesar de que Williams no manifestó explícitamente que dejará de competir tras el US Open. Se limitó a indicar en una columna en la revista Vogue que se abocaba a una transición, alejándose del tenis para enfocarse en tener un segundo hijo o dedicarse a sus negocios.
Cada vez que salte a la pista en Nueva York será considerada como posiblemente el último momento.
Ello empezará con un partido de primera ronda frente a Danka Kovinic, una montenegrina de 27 que ahora mismo es la 80ma del ranking y que nunca ha sorteado la tercera ronda en las grandes citas.
Será apenas el quinto partido de sencillos de Williams en los últimos 12 meses, dado que la estadounidense se alejó de la gira tras lesionarse en la primera ronda de Wimbledon el año pasado. Reapareció en el mismo escenario este año y sucumbió en la primera ronda.
De vuelta tras esa larga inactividad, Williams tiene marca de 1-3, con derrotas de sets corridos ante Belinda Bencic — la campeona de los Juegos Olímpicos de Tokio — y Emma Raducanu — la monarca del US Open 2021 — en sus últimas dos salidas.
Hubo una vez — no muy distante — que Williams era considerada la favorita en cada partido y en cada torneo, especialmente en los cuatro más importantes del tenis.
“Yo recomendaría: No la subestimen”, dijo Evert, analista de ESPN. “Pero el problema es el cuadro. El problema es que todas andan bien… Hay muchísimas jugadoras buenas que, primero, no están intimidadas por ella; segundo, saben que ella no está en su mejor nivel en este momento; y tercero, le quieren ganar”.
Dos días antes de su derrota ante Bencic en Toronto, y el día previo a revelar lo que pensaba sobre el retiro (palabra que detesta), Williams se sinceró en una rueda de prensa: “No puedo hacer esto por siempre”.
Eso es cierto. Nadie espera que esta sea la última vez que el mundo sepa de ella, incluso cuando le queden muy pocos partidos por disputar.
“Al final, el tenis ha sido su principal escenario”, dijo Rick Macci, su entrenador de hace mucho tiempo. “Pero creo que su mejor momento está por llegar”.