Todos le conocían como el Can de Nochistlán, poblado al sur de Zacatecas donde nació Don Pedro Perro Aguayo, uno de los grandes en la historia de la lucha libre mexicana y que falleció este miércoles a la edad de 73 años.
Pero tenía un segundo hogar, el pueblo de Tala en Jalisco, lugar donde le recuerdan con mucho cariño. A las afueras del gimnasio que lleva su nombre y que abrió sus puertas hace mas de 15 años, algunos vecinos se congregaron al conocer la triste noticia y compartieron diversas anécdotas.
Laura Alvarado le recuerda como una persona amorosa, siempre sonriente y al pendiente de sus tres hijos, América, Primevera y Pedro Jr, quien perdió la vida en marzo de 2015 durante una lucha en Tijuana.
Incluso reveló que durante un año estuvo al servicio de la familia Aguayo, por la que no tiene más que admiración y respeto debido al trato que siempre le dieron.
“Mis dos sobrinas y mi hermana la mayor trabajamos con ellos, era muy buena personal yo dejé de becerro cuando falleció su hijo, son muy finas personas, mis respetos para la familia Aguayo”, expresó.
Como era de esperarse, la noticia del fallecimiento se regó como pólvora en el pueblo. De momento, el gimnasio se mantiene con un letrero en las afueras de que permanecerá cerrado al menos hasta el próximo 8 de julio.
“Yo me enteré por que una persona me habló para preguntar por que estaba cerrado el gimnasio desde mediodía se cerró, cuando investigue era por que supe que ya estaba enfermo, me dio mucha tristeza”, platicó.
Los restos de Don Pedro Aguayo partieron desde las 19:00 horas de Tala a la ciudad de Guadalajara, lugar donde es velado en una funeraria privada ubicada en Avenda México.