Victoria de Novak Djokovic para reafirmarse como el gran candidato al título en Londres y para confirmar que, mientras otros aún necesitan tiempo, él está para ganar Wimbledon ya mismo, como demostró en el triunfo ante el serbio Miomir Kecmanovic (6-0, 6-3 y 6-4).
'Rosco', exhibición y muestra de músculo. Djokovic no regula, no elige días en los que jugar bien, mal o regular. Si puede aplastar, lo hará. Lo tiene en su ADN de chacal, lo tiene en la mirada que exhalaba tras ganar ocho de los primeros nueve juegos del encuentro y se tapaba la cabeza con una toalla, como intentando aislarse de todo el ruido que está generando estos días a su alrededor, porque su favoritismo en Wimbledon es indiscutible.
Sin perder un partido desde 2017 y con una racha que alcanza ya los 24 triunfos consecutivos aquí, Djokovic apunta a ser el cuarto hombre en la Era Abierta en ganar cuatro entorchados en Wimbledon consecutivos, a la altura de Roger Federer y Bjorn Borg (5) y Pete Sampras (4).
Kecmanovic, su rival de este viernes, fue una víctima delicada para la voracidad del de Belgrado, que ya sonreía por la mañana al terminar su entrenamiento de calentamiento en el Aorangi Park.
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Su primer set, finiquitado en 25 minutos, es el ejemplo más claro de que si quiere y está centrado, no tiene rival en esta superficie. David Nalbandian, finalista aquí en 2002, enfundado en unas enormes gafas negras, solo podía hacer una mueca de frustración al ver a su pupilo destruido por las fauces del serbio. El argentino no pudo inculcarle a Kecmanovic los trucos con los que en el mágico Masters de Madrid 2007 consiguió su única victoria ante Djokovic, en aquel torneo en el que también derrotó a Federer y Nadal de forma consecutiva.
De menos a más, Kecmanovic sucumbió contra un Djokovic que ni siquiera necesitó estar al 100 % con su servicio. Solo metió un 52 % de primeros, pero con eso le valió, ya que casi el 70 % de sus segundos terminaron de su lado.
El serbio firmó el pase a los octavos de final, por decimocuarta vez en su carrera. Desde la grada disfrutaron de su victoria sus hijos, a los que también se ha visto pelotear estos días en las pistas de entrenamiento.
El próximo rival de Djokovic tiene trampa. Es el holandés Tim Van Rijthoven, que ha dejado por el camino a Federico Delbonis, Reilly Opelka y Nikoloz Basilashvili, y que viene a este Wimbledon como invitado, pero tras ganar el torneo de S'hertogenbosch, donde partía fuera de los 170 mejores del mundo.
Van Rijthoven acumula ocho triunfos consecutivos, nunca había estado en octavos de final de un Grand Slam y hasta S'hertogenbosch nunca había ganado a un 'top 50' del mundo. En ese torneo, venció a Daniil Medvedev y Felix Auger-Aliassime, las mejores victorias de su carrera profesional.
MN