Las condiciones laborales en México arrastran cuentas pendientes para las mujeres, pero sobre todo para las madres trabajadoras que cada día realizan el doble esfuerzo para cumplir con las labores familiares y participar en un mercado laboral dominado por hombres en el que la mayoría de ellas gana menos de dos salarios mínimos.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que actualmente 17 millones de mamás que trabajan en el país, de las cuales el 71 por ciento gana hasta dos salarios mínimos; es decir, entre 6 mil 200 y un máximo de 12 mil 400 pesos mensuales.
Además de los bajos salarios, las mujeres con hijos enfrentan la condicionante de pasar demasiadas horas fuera del seno familiar, pues el 69 por ciento de ellas tienen que cumplir con jornadas completas que abarcan entre 35 y 48 horas a la semana.
Dicho panorama ha impulsado a que diversas organizaciones especializadas en derechos de la mujer propongan alternativas que van desde crear un sistema nacional de cuidados que ofrezca servicios alternativos para las mujeres trabajadoras hasta implementar los esquemas de licencias de paternidad para fomentar la corresponsabilidad de cuidar a los hijos al interior de los hogares.
A pesar de dichos esfuerzos, las condiciones laborales de las madres mexicanas presentan diversos rezagos, sobre todo el grupo de las madres solteras que trabajan a doble jornada para poder sortear los gastos de alimentación y educación de sus hijos.
De acuerdo con las estadísticas del Inegi, en México hay 2.7 millones de mamás trabajadoras que carecen de una pareja; y de éstas, un grupo de 353 mil madres han tenido que conseguir un segundo empleo que les permita sortear las carencias que existen en sus hogares para sacar a sus hijos adelante.
El perfil de estas mujeres muestra que el 65 por ciento tiene entre uno y dos hijos que carecen de una figura paterna, ya sea por decisión de la pareja o por defunción del cónyuge, otro 23 por ciento mantiene en solitario entre tres y cinco hijos y el restante 12 por ciento se encarga en solitario de seis o más descendientes.
Las carencias económicas de las madres trabajadoras son más visibles cuando se observa el origen de los ingresos trimestrales que sostienen las familias comandadas por una mujer, los cuales en su mayoría (65 por ciento) provienen de una fuente de trabajo formal.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones el trabajo de la mujer no cubre la totalidad de los gastos que hay en una casa, por lo que éstas se inscriben a los programas sociales del orden federal y estatal que ayudan a madres solteras y con esto obtienen el 19 por ciento de la totalidad de sus ingresos.
El otro 16 por ciento del dinero que obtienen las familias carentes de un padre provienen de las estimaciones de alquiler con 13 por ciento y las rentas de propiedades con otro 3 por ciento.
El Banco Mundial (BM) señala que a pesar de los avances que se han obtenido en los últimos años para integrar a la mujer en el mercado laboral en Latinoamérica, nuestro país mantiene algunos arraigos sobre el papel de las madres en la sociedad que no permiten el libre desarrollo económico de las mujeres, y por ende del país.
“Culturalmente la figura de la madre continúa teniendo un gran peso en el cuidado y crianza de los hijos e hijas en los diferentes estratos sociales. La falta de empleo y precarización laboral que afecta más a las mujeres de instrucción básica refuerza el peso de la figura de la madre en cuidado”, se lee en el documento titulado “La participación laboral de la mujer en México.
Además, la el BM sostiene que la participación de la mujer en el mercado laboral es fundamental para el crecimiento de la economía de cualquier país por lo que se necesita “generar oportunidades y garantizar la inclusión de las mexicanas en el mercado laboral con empleos bien remunerados y de calidad es crítico para el desarrollo del país”.
A pesar de los beneficios de integrar de mejor manera a las madres en las empresas y oficinas públicas del país, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala que la maternidad intensifica la desigualdad en el acceso al trabajo entre hombres y mujeres.
De acuerdo con el organismo, entre 2016 y 2020, el 55 por ciento de las madres entre 21 y 55 años logró conseguir un empleo y mantenerlo durante dicho lapso, mientras que para los padres de familia el porcentaje se ubicó en casi 96 por ciento.
Incluso las mujeres sin hijos presentan un porcentaje de colocación aún mayor con 65 por ciento de probabilidades; sin embargo, a éstas se les reduce la suerte laboral cuando quedan embarazadas, pues de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, el 43 por ciento de las quejas presentadas por mujeres en la década pasada fue por despido injustificado durante el embarazo.
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