El asesinato el 15 de marzo de Mireille Knoll, de 85 años, apuñalada y quemada en su departamento del distrito XI de París, donde vivía sola, ha conmovido a la sociedad francesa. Dos sospechosos fueron detenidos por homicidio voluntario motivado por “la pertenencia real o supuesta de la víctima a una religión”, así como por robo agravado.
Knoll era una superviviente de las persecuciones nazis en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Y había logrado escapar, junto a su madre, a un destino fatal en la conocida redada del Velódromo de Invierno de París que llevó a cabo la policía francesa al servicio del ocupante nazi en julio de 1942.
El miércoles, millares desfilaron en París en su memoria y llamaron a “la unión” contra el antisemitismo por la confesión judía de Knoll.
Para la socióloga Dominique Schnapper, autora de Reflexiones sobre el antisemitismo (Odile Jacob, 2016), “la democracia debe ser más fuerte para controlar las pasiones malvadas”, en el marco de una pregunta infinita, “por qué existe el mal”.
En un chat en el diario Le Monde con decenas de lectores, Schnapper, considera que las nuevas generaciones, que no han conocido el Holocausto judío (exterminio o Shoah) a manos de los nazis, lo ven como “un objeto histórico, algo abstracto”. Pero, añade, esta no es la única razón de la nueva “banalización del mal”.
“La democracia –asegura– está fragilizada por una serie de factores y, en las democracias frágiles, el control social se debilita y los sentimientos de hostilidad, de odio y de rencor se desbordan fácilmente”. Añade que “el antisemitismo es un signo inquietante del debilitamiento de la democracia, ya que no es solo el tema de los judíos, sino de todos”.
Consultada si el largo conflicto israelí-palestino ha agravado el antisemitismo en Francia, dijo: “Aun si Israel no existiera, el antisemitismo existiría”. El conflicto de casi 70 años –con el sello de la incesante ocupación israelí de tierras palestinas–, “da argumentos nuevos a las viejas pasiones, incluso si esto puede llevar también a algunos, por solidaridad con la suerte de los palestinos, a reavivar o hacer nacer la hostilidad ante los judíos; confundiendo la crítica de la política del gobierno israelí y el antisemitismo. Hay, evidentemente, que hacer una distinción”.
Ante la pregunta del foro de si es necesario movilizar a los supervivientes del genocidio de casi 6 millones de judíos en Europa y movilizar a los expertos para que los jóvenes escuchen en forma directa los testimonios de quienes “conocieron el infierno”, Schnapper recordó que “los sobrevivientes del genocidio ocurrido hace 70 años están muertos o muy fatigados. Sería una experiencia digna de interés y muy útil. Pero, por desgracia, no es una solución a considerar. Son las generaciones actuales y siguientes las que deben intentar transmitir esa experiencia.
Mientras tanto, la policía descartó ayer un acto de “terrorismo” en el intento de atropello con un vehículo a un grupo de militares que hacían actividades deportivas cerca de un cuartel en el sudeste de Francia. El detenido, de 23 años, tiene antecedentes criminales.
El hecho ocurre menos de una semana después de un atentado yihadista en el sur del país, con saldo de cuatro muertos en un supermercado, entre ellos un agente policial que se intercambió por los rehenes.