SAMANÁ, República Dominicana (AP) — Todos los inviernos, multitudes de turistas salen en excursiones para ver ballenas y navegar junto a ellas en las aguas del Caribe. Esta semana, una excursión buscó ballenas para escuchar sus misteriosos cantos de varias octavas, pero los pasajeros no percibían sus gruñidos ni sus chillidos.
Docenas de estudiantes sordos portaban mochilas de alta tecnología que convierten los sonidos de las ballenas en vibraciones y les abren las puertas del mundo de las ballenas a muchachos que se maravillaron al sentir los sonidos por primera vez.
Los estudiantes, del séptimo al 12do grado, usaron sus manos para expresar los golpes, los sonidos metálicos y el suave masaje que sintieron en sus pieles. Levantaron sus brazos y los bajaron, siguiendo la variedad de tonos que sentían, y abrieron y cerraron sus manos rápidamente para expresar impactos fuertes.
La migración de miles de ballenas jorobadas del norte del Golfo de Maine a la costa dominicana atrae a unos 50.000 turistas a esta región entre enero y marzo todos los años, según el ministerio de turismo. Los últimos tres años entre los visitantes figuraron estudiantes y maestros de varias escuelas dominicanas.
Reunir a los sordos y a quienes tienen problemas auditivos con las ballenas y con su música fue una iniciativa de la artista y música dominicana María Batlle, de 34 años, quien en el 2013 fundó el Proyecto Muse Seek (Buscando la musa) sin fines de lucro, que trata de usar la música como un instrumento educativo para los niños sordos.
Batlle dijo que en el 2014 se enteró de la existencia de la tecnología Subpac, ideada por productores de música y aficionados de una compañía de Los Ángeles, y un año después incorporó esos aparatos a un programa de música que lanzó para los 500 estudiantes de la Escuela Nacional para Sordos de Santo Domingo. La migración anual de ballenas a la República Dominicana representa una oportunidad de aprendizaje natural para los estudiantes interesados en la vida marina, indicó Batlle.
Entre los pasajeros de este año figuraron maestros, estudiantes y personas de otras instituciones académicas.
En el 2016 el ornitólogo Richard Prum, un profesor de la Universidad de Yale con deficiencias auditivas, enseñó a estudiantes sordos acerca de los pájaros y sus melodías, en otra combinación de educación y música, señaló Batlle. Y a título de curiosidad, ella organizó ese año una fiesta en la playa, en la que los estudiantes sordos bailaron al ritmo que sentían mediante tecnologías portátiles.
Si bien las excursiones a ver ballenas del 2015 y el 2016 captaron claras melodías de las ballenas jorobadas, el hidrófono (aparato que permite escuchar sonidos en el mar) transmitió mayormente la estática del mar agitado. Batlle apeló entonces a su Plan B y usó grabaciones de las fuertes melodías del año pasado.
Felices con las ballenas y con los pulsos del año pasado, los estudiantes se veían encantados.