BRASIL.- A un día de la segunda vuelta de las elecciones de Brasil, Bolsonaro y Haddad se enfrentan por ser el nuevo presidente del país sudamericano. Estos son los perfiles de cada uno de los candidatos.
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Jair Bolsonaro
Este hombre de 63 años sostiene ideas de extrema derecha para resolver cuestiones como la desigualdad, la criminalidad o la corrupción. Bolsonaro encabeza los sondeos electorales con 12 puntos de diferencia por arriba de su rival Fernando Haddad, quien logró remontar seis puntos la última semana.
Afiliado a un partido minúsculo que logró ser el segundo más votado en el primer turno electoral, el Partido Social Liberal (PSL), este hombre es considerado como un “mito” entre sus seguidores por considerarle un regenerador de una clase política sin credibilidad por la corrupción.
Sus exabruptos y salidas de tonos misóginos, así como su revisionismo histórico (niega que la colonia portuguesa promoviera la esclavitud en Brasil y rechaza que hubiera una dictadura militar tras el golpe de 1964), le valieron al diputado etiquetas como la de “fascista” o “racista”, que atemorizan a parte de la sociedad, que ve en él un retorno a valores de la dictadura.
Fernando Haddad
Haddad es licenciado en Derecho, tiene maestría en Economía, y doctorado en Filosofíaes. Es la antítesis de Lula da Silva, un sindicalista bajito y “sin apenas estudios” que se erigió en la figura central del Brasil del siglo XXI por medio de un carisma imbatible.
Sus visitas semanales a Lula da Silva en la cárcel de Curitiba donde está encarcelado desde el 7 de abril pasado le valieron un rechazo masivo en los estados del sur, centro y sudeste de Brasil, y casi le costó una inesperada derrota en la primera ronda electoral.
Pasado el primer turno, Haddad logró tener un estilo propio de hacer campaña, menos voluptuoso que el de Lula da Silva pero moderado y conciliador, con el objetivo de pescar electores entre sectores sociales que votaron por Bolsonaro para exigir regeneración democrática, sin embargo temen que su discurso radical pueda exacerbar los conflictos.
De 55 años e hijo de comerciantes de origen libanés, este intelectual ha tenido que enfrentar el desgaste sufrido por su formación, el Partido de los Trabajadores (PT), como consecuencia de los escándalos de corrupción develados por la Operación Lava Jato, la crisis económica que dejó 14 millones de desempleados y el aumento de la inseguridad.