Durante varias horas, el agua creció hasta llevarse la casa de Miguel Rutigliano Bieleski, su mujer y sus dos hijos. El hombre dijo que sobrevivió aferrándose a la rama de un árbol.
Bieleski, es uno de los muchos brasileños del sur del país que luchan por reconstruir sus vidas tras ser azotados esta semana por un ciclón tropical. Se calcula que alrededor de 7 mil 700 personas han perdido sus hogares, según las autoridades gubernamentales.
Al menos 41 personas murieron por la tormenta, y 46 siguen desaparecidas, señalaron las autoridades del estado de Río Grande do Sul, que ha declarado emergencia pública. Los meteorólogos prevén más lluvias antes de que el diluvio se diluya.
Bieleski vive en la localidad de Lajeado, que se vio muy afectada por las inundaciones provocadas por la crecida del río Taquari.
Además, culpó a los servicios de emergencia de la muerte de su mujer y sus hijos, diciendo que le habían instado a permanecer en su casa a la espera de una ayuda que nunca llegó.
"No hicieron nada", dijo, y añadió que ahora se enfrenta a las consecuencias.
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Los servicios de emergencia de Río Grande do Sul no respondieron a la solicitud de comentarios.
Por su parte, Paulo Ricardo Siqueira Santos, también de Lajeado, ahora duerme en su coche después de que su casa se llenara de lodo y agua.
Antes de escapar, el jubilado de 65 años logró salvar sus herramientas de jardinería, su único medio de subsistencia aparte de las donaciones de comida y agua. Dijo que le preocupaba que los ladrones saquearan las pertenencias que le quedaban, y ahora vive en su coche.
"Llevo 60 años viviendo aquí y nunca había visto una tragedia [...] El agua llegó hasta el segundo piso de mi casa", mencionó.
JB