Mientras observa sus dañados campos al sur de Berlín, el productor de leche y granos Thomas Gaebert expresa el deseo de que llueva para salvar sus cultivos, afectados por un calor inclemente. Gaebert es solo uno de los muchos agricultores que están luchando por sobrevivir después de que una ola de calor y sequía en el norte del continente europeo haya dañado los cultivos, como los de maíz y cebada.
Muchos agricultores alemanes podrían ir a la quiebra, si sufren una nueva pérdida de sus cosechas. Mientras, un exceso de lluvias en Francia podría reducir su producción.
Ambos fenómenos apuntan a que el bloque europeo registrará su menor cosecha de granos en seis años. "Parece un desierto", dijo Gaebert en su granja en Trebbin. Sus colegas, con 40 años de experiencia en el rubro, afirman que nunca han visto algo parecido. Gaebert prevé que perderá un tercio de su cosecha usual de trigo y más de la mitad de su producción de colza, después de que el calor y la falta de lluvias marchitaran las plantas.