BAGDAD.- El padre de Mohammed al-Dulfi, de 67 años, murió el 21 de marzo después de una breve lucha contra el nuevo coronavirus, pasaron nueve días hasta que su cuerpo encontró un lugar para el descanso eterno en la ciudad santa chií de Najaf, en el sur de Irak.
En dos ocasiones, la familia rechazó las remotas parcelas de entierro propuestas por el gobierno a las afueras de Bagdad para él y otras siete víctimas del COVID-19, la enfermedad causada por el virus, dijo al-Dulfi. Se produjo un enfrentamiento entre las familias y el equipo del Ministerio de Salud. El cadáver de su padre estuvo nueve días en la morgue del hospital.
“Estábamos sufriendo mucho sabiendo que mi padre estaba muerto pero no podíamos enterrarlo”, señaló el joven de 26 años.
En Oriente Medio y en partes del Sudeste asiático, además de la pérdida de un ser querido, las familias han enfrentado traumáticas restricciones sobre los entierros debido a la pandemia. En la región de mayoría musulmana, la religión y las costumbres, que requieren entierros rápidos, chocan con el temor al COVID-19 y las cuarentenas decretadas por los gobiernos.
En Egipto, donde los funerales solían ser eventos que congregaban a docenas de familias para rezar, las estrictas limitaciones incluyen un máximo de asistentes. Con los rostros cubiertos por mascarillas, ahora se despiden de sus seres queridos enterrados en bolsas con la palabra “¡Peligro!”.
Las costumbres religiosas también se alteraron en Irán, Pakistán e Israel, de mayoría judía, donde los entierros rápidos y multitudinarios también son una tradición.
mmr
BAGDAD.- El padre de Mohammed al-Dulfi, de 67 años, murió el 21 de marzo después de una breve lucha contra el nuevo coronavirus, pasaron nueve días hasta que su cuerpo encontró un lugar para el descanso eterno en la ciudad santa chií de Najaf, en el sur de Irak.
En dos ocasiones, la familia rechazó las remotas parcelas de entierro propuestas por el gobierno a las afueras de Bagdad para él y otras siete víctimas del COVID-19, la enfermedad causada por el virus, dijo al-Dulfi. Se produjo un enfrentamiento entre las familias y el equipo del Ministerio de Salud. El cadáver de su padre estuvo nueve días en la morgue del hospital.
“Estábamos sufriendo mucho sabiendo que mi padre estaba muerto pero no podíamos enterrarlo”, señaló el joven de 26 años.
En Oriente Medio y en partes del Sudeste asiático, además de la pérdida de un ser querido, las familias han enfrentado traumáticas restricciones sobre los entierros debido a la pandemia. En la región de mayoría musulmana, la religión y las costumbres, que requieren entierros rápidos, chocan con el temor al COVID-19 y las cuarentenas decretadas por los gobiernos.
En Egipto, donde los funerales solían ser eventos que congregaban a docenas de familias para rezar, las estrictas limitaciones incluyen un máximo de asistentes. Con los rostros cubiertos por mascarillas, ahora se despiden de sus seres queridos enterrados en bolsas con la palabra “¡Peligro!”.
Las costumbres religiosas también se alteraron en Irán, Pakistán e Israel, de mayoría judía, donde los entierros rápidos y multitudinarios también son una tradición.
mmr