Al menos cinco personas murieron en un terremoto de 7,0 grados de magnitud que sacudió el 27 de julio el norte de Filipinas, pero que se sintió hasta la capital Manila, a más de 300 km del epicentro.
El fuerte temblor provocó más de un centenar de heridos en la región y dañó edificios por decenas de desprendimientos de tierra y cortes de electricidad.
Dos trabajadores de la construcción murieron en la provincia de Benguet y una mujer de 23 años falleció aplastada cuando se cayó un muro en el mismo lugar, situado en la provincia de Abra, donde se notificaron al menos 78 heridos.
Otra persona perdió la vida al precipitarse de una obra en la región de Kalinga. Además seis trabajadores resultaron malheridos.
Las fuerzas del orden informaron de que una anciana en el municipio de Suyo, en la provincia de Ilocos Sur, pereció después de que un desplazamiento de tierra la sepultara mientras caminaba.
La Agencia Nacional de Gestión de Catástrofes aseguró que no se había detectado ningún daño en las presas y que estaban realizando operaciones de retirada de escombros en las carreteras.
El presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr, cuya residencia familiar se encuentra en el norte del país, pidió a los habitantes que permanezcan en refugios de emergencia hasta que se verifique el estado de sus viviendas.
El terremoto se resintió hasta la capital, Manila, situada más de 300 km al sur. Varios edificios fueron evacuados.
Este terremoto fue el más fuerte del país en años. En octubre de 2013, un terremoto de magnitud 7,1 en la isla de Bohol, en el centro del país, causó más de 200 muertos y 400.000 desplazados.
En 1990, un sismo de magnitud 7,8 en el norte de Filipinas sesgó la vida de más de 1.200 personas, provocó grandes deterioros en Manila y arrasó más de 100 kilómetros de terreno.
MQ