Buenos Aires, 4 Jul (Notimex).- La corrupción de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y el empobrecimiento provocado por la gestión de Mauricio Macri son los ejes de las campañas legislativas en las que ambos políticos, que son los más importantes de Argentina, se juegan su futuro político.
Desde que dejó el poder en diciembre de 2015, Fernández de Kirchner ya fue procesada en dos causas en las que se le acusa de los delitos de administración fraudulenta, asociación ilícita, lavado de activos y negociaciones incompatibles.
Además, hay otras investigaciones judiciales en su contra que siguen su marcha en diferentes juzgados y que están vinculadas principalmente a presuntos actos de corrupción.
A pesar de las acusaciones, la expresidenta todavía goza de una popularidad de alrededor del 30 por ciento, que es la misma que tenía cuando terminó su gobierno.
Esto significa que las denuncias en contra de Fernández y de decenas de exmiembros de su gabinete no hicieron mella alguna en el “núcleo duro” de sus votantes.
Ahora su apuesta es incrementar los votos a su favor para ganar los comicios en los que se postuló como candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires, que es la más importante del país en términos electorales.
El 22 de octubre próximo, los argentinos renovarán parcialmente el Congreso al elegir a 24 senadores y 127 diputados, en unas elecciones que representarán una especie de referéndum para el gobierno de Macri, justo cuando llega a la mitad de su mandato.
Si Fernández de Kirchner gana la senaduría, se consolidará como la líder opositora al mandatario y se abrirá la posibilidad de una tercera candidatura presidencial para 2019, pero si pierde, su futuro político será muy complicado.
Un triunfo de la gobernante alianza Cambiemos, en tanto, le allanaría a Macri el camino a la reelección en 2019, pero si no fortalece su poder parlamentario, la oposición puede frenar sus proyectos y el debate político será mucho más complejo.
Al gobierno le juega en contra, principalmente, el aumento de la pobreza, que es visible en las calles con negocios cerrados, despidos, baja en el consumo y un creciente número de personas en condición de calle.
Las cifras oficiales reconocen un aumento de la pobreza de un 30 al 33 por ciento durante el primer año del gobierno de un presidente que no ha logrado la recuperación económica que prometió en campaña.
Aunque Macri y sus funcionarios insisten en que la inflación está a la baja, que la recesión ya terminó y que hay creación de empleos, los datos favorables no se reflejan en el grueso de la sociedad y podría ser el principal factor de una posible derrota en los próximos comicios.