SAN JOSÉ, 4 feb (Reuters) - Los costarricenses acudían a las urnas el domingo en unos comicios presidenciales marcados por el debate sobre el matrimonio igualitario, que polarizó al país entre quienes quieren proteger los valores tradicionales y los que quieren mantenerlo como un oasis progresista en Centroamérica.
Por tercera vez en su historia, la democracia más antigua de América Latina podría elegir presidente en segunda vuelta tras la atomización de las preferencias entre 13 candidatos, de los que cinco llegan a las urnas con posibilidades, según sondeos.
Desde las costas del Pacífico y el Caribe al volcánico valle central, los votantes acudían a los colegios electorales en un ambiente festivo y familiar, agitando banderas con los colores de sus partidos y tratando de convencer a los últimos indecisos.
El diputado y cantante evangélico Fabricio Alvarado llega como favorito luego de que una resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en enero, que obliga al país a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, le permitiera galvanizar al sector ultraconservador del país.
"Voy a votar por Fabricio Alvarado porque es el que tiene más clara nuestra noción de los valores", dijo Kenneth Campos, informático de 28 años, parte de la creciente población evangélica del país -un 15 por ciento según estudios- que apoya sin fisuras al expresentador de televisión de 43 años.
Sin embargo, no lograría el 40 por ciento requerido para ganar en primera vuelta, según las encuestas, que muestran una reñida competencia entre Antonio Álvarez Desanti, del poderoso partido Liberación Nacional, y el oficialista Carlos Alvarado, por pasar al eventual balotaje del 1 de abril.
"Vengo a votar por tradición y por experiencia; siempre he sido de Liberación Nacional", dijo José Rodolfo Fernández, de 62 años y dueño de un pequeño restaurante en San Pedro, un pueblo a las faldas del icónico volcán Poás al norte de la capital, para expresar su apoyo por el empresario bananero de 59 años.
EL AUGE DE LOS EXTREMOS
Por su parte, Carlos Alvarado, exministro de 38 años y cercano aliado del presidente de centroizquierda Luis Guillermo Solís, entró en la pelea en la recta final pese al desencanto de sus bases por un caso de corrupción que salpicó al ejecutivo.
"El próximo presidente tiene que entrarle a los temas importantes del país y no estar en pleitos de religión", dijo Ronald Piña, empleado público 45 años, mientras esperaba para votar en el acomodado barrio capitalino de Escazú. "Yo voto por alguien para gobernar, no para rezar".
El auge de los extremos alimentó la apatía y la indecisión del electorado, manteniendo las opciones de otros candidatos, como el polémico exministro Juan Diego Castro, cuya promesa de mano dura y extractivismo sorprendió al ganar adeptos en un país "pacifista y ecológico".
Conocidos por su talante moderado y su lema "pura vida", que invita a tomarse la vida de forma relajada, los costarricenses han asistido a una campaña inusualmente agresiva, donde los programas para solucionar el creciente déficit fiscal y la criminalidad récord quedaron opacados por las consignas morales.
Solís, quien no puede postular a la reelección inmediata, se convirtió hace cuatro años en un fenómeno electoral al romper contra todo pronóstico décadas de bipartidismo. Pero desde entonces, su popularidad ha ido cayendo desgastada por los escándalos y su fracaso por lograr una urgente reforma fiscal.
"El déficit fiscal con la combinación de deuda, no he dejado de repetirlo y sigo insistiendo: no hay un problema mayor que ese", dijo el mandatario, vestido con guayabera blanca, antes de votar en la capital.
Las urnas, a las que están llamados 3,3 millones de votantes para elegir presidente y los 57 diputados de la Asamblea, cerrarán a las 18.00 hora local (0000 GMT) y los primeros resultados del Tribunal Supremo Electoral serían divulgados unas horas después.
(Reporte adicional de Álvaro Murillo. Editado por Pablo Garibian)