SAN JOSÉ. - Un medicamento desarrollado con anticuerpos obtenidos de caballos inoculados con el nuevo coronavirus es la carta de esperanza que manejan científicos y autoridades sanitarias de Costa Rica para tratar a miles de pacientes en los países centroamericanos afectados por la pandemia del coronavirus.
El suero producido por el Instituto Clodomiro Picado (ICP), perteneciente a la estatal Universidad de Costa Rica (UCR), entra la próxima semana a fase de pruebas en 26 pacientes y se acerca a la etapa de aplicarse de manera masiva, dijo a Reuters Román Macaya, presidente de la Caja del Seguro Social (CCSS) que administra la red de centros de salud públicos.
La fase 2 del desarrollo de este medicamento llega después de que laboratorios de la Universidad George Mason, en Virginia, Estados Unidos, certificaron la eficacia del tratamiento para evitar que el virus se adhiera a las células del cuerpo humano y agrave la salud de las personas contagiadas.
La esperanza de las autoridades costarricenses es confirmar en los pacientes la eficacia y la inocuidad del suero para poder tratar enfermos en su etapa inicial en los hospitales sin saturar los servicios críticos, explicó Macaya.
Con 471 personas hospitalizadas, una cifra similar de fallecidos y un acumulado de 46.920 casos de COVID-19 durante la pandemia, las autoridades sanitarias costarricenses esperan poder aplicar el medicamento de manera generalizada en semanas próximas, después de los primeros resultados de la fase 2.
El último paso de los ensayos clínicos -la fase 3- suele considerarse la más crucial, pues es la etapa en la que los investigadores tratan de ver cuán eficaz y segura es la vacuna probándola en decenas de miles de personas.
"Nos enorgullece saber que este producto va a salvar vidas mientras llega la vacuna a la población. Lo hacemos con recursos nuestros, sin tener que hacer la fila o competir contra otros países, como ya se ve con las posibles vacunas", opinó Alberto Alape, coordinador del proyecto en el ICP.
En un intento por detener el avance del coronavirus, que ha infectado a 26 millones de personas y ha cobrado la vida de más de 869 mil en todo el mundo, se están desarrollando y probando más de 100 vacunas a nivel global.
De manera similar a investigaciones desarrolladas en Argentina con caballos o en Bélgica con llamas, los científicos costarricenses decidieron atacar el coronavirus con la experiencia desarrollada tras años de producir sueros contra las mordeduras de serpientes utilizando inoculaciones en caballos.
Los investigadores importaron de China y Reino Unido la proteína del virus y la inyectaron a seis de los 110 caballos que posee el ICP. Semanas después lograron que los animales desarrollaran suficientes anticuerpos que fueron extraídos en el plasma, usado como materia prima para el suero inyectable.
Después de las pruebas favorables en laboratorio, la CCSS apuró los procedimientos para los ensayos en humanos con el propósito de suministrar la medicina cuanto antes, pero el interés va más allá: el objetivo es compartir este tratamiento con los países vecinos de Centroamérica.
"Además del principio de solidaridad y de que así se ha hecho con los antivenenos para mordeduras de serpientes, sabemos que en una pandemia el bienestar propio está relacionado al bienestar de los vecinos", justificó Alape.
Por ello el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) donó 500 mil dólares para que el Instituto aumente su capacidad de producción del suero hasta 25 mil frascos, con la esperanza de que el medicamento sea eficaz.
cog
SAN JOSÉ. - Un medicamento desarrollado con anticuerpos obtenidos de caballos inoculados con el nuevo coronavirus es la carta de esperanza que manejan científicos y autoridades sanitarias de Costa Rica para tratar a miles de pacientes en los países centroamericanos afectados por la pandemia del coronavirus.
El suero producido por el Instituto Clodomiro Picado (ICP), perteneciente a la estatal Universidad de Costa Rica (UCR), entra la próxima semana a fase de pruebas en 26 pacientes y se acerca a la etapa de aplicarse de manera masiva, dijo a Reuters Román Macaya, presidente de la Caja del Seguro Social (CCSS) que administra la red de centros de salud públicos.
La fase 2 del desarrollo de este medicamento llega después de que laboratorios de la Universidad George Mason, en Virginia, Estados Unidos, certificaron la eficacia del tratamiento para evitar que el virus se adhiera a las células del cuerpo humano y agrave la salud de las personas contagiadas.
La esperanza de las autoridades costarricenses es confirmar en los pacientes la eficacia y la inocuidad del suero para poder tratar enfermos en su etapa inicial en los hospitales sin saturar los servicios críticos, explicó Macaya.
Con 471 personas hospitalizadas, una cifra similar de fallecidos y un acumulado de 46.920 casos de COVID-19 durante la pandemia, las autoridades sanitarias costarricenses esperan poder aplicar el medicamento de manera generalizada en semanas próximas, después de los primeros resultados de la fase 2.
El último paso de los ensayos clínicos -la fase 3- suele considerarse la más crucial, pues es la etapa en la que los investigadores tratan de ver cuán eficaz y segura es la vacuna probándola en decenas de miles de personas.
"Nos enorgullece saber que este producto va a salvar vidas mientras llega la vacuna a la población. Lo hacemos con recursos nuestros, sin tener que hacer la fila o competir contra otros países, como ya se ve con las posibles vacunas", opinó Alberto Alape, coordinador del proyecto en el ICP.
En un intento por detener el avance del coronavirus, que ha infectado a 26 millones de personas y ha cobrado la vida de más de 869 mil en todo el mundo, se están desarrollando y probando más de 100 vacunas a nivel global.
De manera similar a investigaciones desarrolladas en Argentina con caballos o en Bélgica con llamas, los científicos costarricenses decidieron atacar el coronavirus con la experiencia desarrollada tras años de producir sueros contra las mordeduras de serpientes utilizando inoculaciones en caballos.
Los investigadores importaron de China y Reino Unido la proteína del virus y la inyectaron a seis de los 110 caballos que posee el ICP. Semanas después lograron que los animales desarrollaran suficientes anticuerpos que fueron extraídos en el plasma, usado como materia prima para el suero inyectable.
Después de las pruebas favorables en laboratorio, la CCSS apuró los procedimientos para los ensayos en humanos con el propósito de suministrar la medicina cuanto antes, pero el interés va más allá: el objetivo es compartir este tratamiento con los países vecinos de Centroamérica.
"Además del principio de solidaridad y de que así se ha hecho con los antivenenos para mordeduras de serpientes, sabemos que en una pandemia el bienestar propio está relacionado al bienestar de los vecinos", justificó Alape.
Por ello el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) donó 500 mil dólares para que el Instituto aumente su capacidad de producción del suero hasta 25 mil frascos, con la esperanza de que el medicamento sea eficaz.
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