LONDRES. — Si uno creía que la larga batalla por la salida del Reino Unido de la Unión Europea fue dolorosa, espere a ver lo que está por venir.
Aunque Gran Bretaña abandonó formalmente el bloque a las 23:00 horas del viernes, la ardua tarea de construir una nueva relación económica entre el bloque y su ex miembro recién comienza.
Hay por delante difíciles negociaciones mientras el Reino Unido emprende su propio camino tratando de mantener la relación con su mayor socio comercial, que abarcan todos los aspectos, desde aranceles y estándares de productos hasta la capacidad de la industria británica para reclutar trabajadores extranjeros y el acceso de la UE a los caladeros de pesca británicos.
“Hay una enorme agenda por acordar: comercio de bienes, comercio de servicios, protección de datos, cooperación en seguridad, aviación, transporte por carretera, pesca, la lista es interminable”, dijo Jill Rutter, investigador de Changing Europe, un centro de estudios que analiza la relación entre Gran Bretaña y un bloque de ahora 27 Estados. “No tiene precedentes”.
Por el momento, poco ha cambiado. Ambas partes acordaron un periodo de transición por el que las leyes y regulaciones se mantendrán en vigor hasta el 31 de diciembre.
Pero esto le da al gobierno británico apenas 11 meses para negociar un acuerdo comercial integral que podría decidir las perspectivas de las empresas británicas para las próximas décadas. La UE representó el 54 por ciento de las importaciones británicas y el 43 por ciento de sus exportaciones en 2016, según la Oficina Nacional de Estadística.
El presidente francés Emmanuel Macron publicó el sábado en su página de Facebook una carta en inglés y en tono conciliador dirigida a sus “Queridos amigos británicos”.
“Ni Francia ni el pueblo francés ni, creo que es justo decirlo, cualquier otro pueblo europeo ha estado motivado por un deseo de venganza o castigo”, señaló.
Horas después de la separación británica oficial, un grupo de 17 Estados del bloque enviaron el mensaje de que la unión seguirá siendo fuerte pese a perder a uno de sus miembros más grandes.
“Es el primer día que la Unión Europea tiene 27 Estados miembro, y en este momento de división resulta importante enviar un mensaje de cohesión”, subrayó el primer ministro portugués Antonio Costa el sábado.
Costa habló antes de una reunión de los Amigos de Cohesión, un grupo de países de la UE del sur y el este de Europa interesados en mantener los fondos del bloque que ayuda a redistribuir la riqueza en Europa.
Mientras se espera que las desafiantes negociaciones inicien relativamente pronto, los sectores industriales de antemano se preparan para proteger sus intereses.
Los propietarios de hoteles y restaurants señalan que necesitan mantener la cantidad actual de trabajadores llegados del continente a fin de garantizar que sus habitaciones estén limpias y los alimentos preparados. Las automotrices quieren preservar el rápido suministro de los proveedores europeos para evitar demoras en la fabricación.
Bancos y aseguradoras están cabildeando para mantener su acceso al lucrativo mercado europeo. Y los pescadores quienes recuperar el control de los caladeros que creen que fueron esquilmados por sus rivales europeos en las cuatro últimas décadas.
Y por si eso no fuese suficiente para el primer ministro Boris Johnson y sus ministros, el gobierno británico también pretende negociar acuerdos comerciales individuales con los países ahora que ya no está en el bloque. El principal objetivo comercial de Johnson fuera de la UE es Estados Unidos, la mayor economía del mundo y el destino del 18 por ciento de sus exportaciones.
Pero Washington de antemano ha planteado demandas difíciles. El secretario de Estado, Mike Pompeo, advirtió durante su visita a Londres la semana pasada de las preocupaciones de seguridad ligadas al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, y presionó a las autoridades británicas para que revirtieran su decisión de permitirle participar en la mejora de la red inalámbrica del país.
Por su parte, el embajador estadounidense en el país, Woody Johnson, hizo campaña para que los funcionarios británicos abran la puerta a la importación de productos como el pollo clorado, que fue prohibido por incumplir los estándares de producción de la UE. Y las empresas médicas estadounidenses están presionando para acceder al Sistema Nacional de Salud británico.
Conciliar todas estas demandas será difícil porque cualquier intento de satisfacer las exigencias de Washington rebajaría los estándares británicos, alejando a Londres de las normas de la Unión Europea. La UE ya dejó claro que el precio para acceder al mercado único es seguir cumpliendo con la normativa del bloque.
Incluso el tema más difícil resuelto durante la primera ronda de negociaciones entre la UE y el gobierno británico la espinosa pregunta de Irlanda del Norte sigue siendo problemática.
En un intento por proteger el proceso de paz en Irlanda del Norte y finalmente recibir la aprobación para su acuerdo de separación de la EU, Johnson aceptó que Irlanda del Norte mantenga las mismas normas como el único mercado del bloque para productos después del Brexit.
Como resultado, no serán necesarias revisiones aduaneras en la frontera entre Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido, y la República de Irlanda. En vez de eso, algunas revisiones serán realizadas para productos que ingresen a Irlanda del Norte provenientes del resto del Reino Unido y que tengan como destino final un país de la Unión Europea.
Esto prácticamente significa que Johnson aceptó establecer una frontera comercial en el Mar Irlandés lo que causó el enojo de muchos de sus propios aliados debido a que privilegia a Irlanda del Norte sobre otras regiones del Reino Unido.
Mientras tanto, el Brexit de antemano está modificando la economía y los trabajadores provenientes de otros países de la UE han empezado a explorar otras opciones.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijo la semana pasada que actualmente cada vez son menos los ciudadanos de naciones de la EU que acuden a trabajar a la ciudad y son demasiados los que están saliendo, lo que causa una escasez de trabajadores en industrias como la construcción, el sector de hoteles y restaurantes y en el servicio de cuidados y trabajo social.
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LONDRES. — Si uno creía que la larga batalla por la salida del Reino Unido de la Unión Europea fue dolorosa, espere a ver lo que está por venir.
Aunque Gran Bretaña abandonó formalmente el bloque a las 23:00 horas del viernes, la ardua tarea de construir una nueva relación económica entre el bloque y su ex miembro recién comienza.
Hay por delante difíciles negociaciones mientras el Reino Unido emprende su propio camino tratando de mantener la relación con su mayor socio comercial, que abarcan todos los aspectos, desde aranceles y estándares de productos hasta la capacidad de la industria británica para reclutar trabajadores extranjeros y el acceso de la UE a los caladeros de pesca británicos.
“Hay una enorme agenda por acordar: comercio de bienes, comercio de servicios, protección de datos, cooperación en seguridad, aviación, transporte por carretera, pesca, la lista es interminable”, dijo Jill Rutter, investigador de Changing Europe, un centro de estudios que analiza la relación entre Gran Bretaña y un bloque de ahora 27 Estados. “No tiene precedentes”.
Por el momento, poco ha cambiado. Ambas partes acordaron un periodo de transición por el que las leyes y regulaciones se mantendrán en vigor hasta el 31 de diciembre.
Pero esto le da al gobierno británico apenas 11 meses para negociar un acuerdo comercial integral que podría decidir las perspectivas de las empresas británicas para las próximas décadas. La UE representó el 54 por ciento de las importaciones británicas y el 43 por ciento de sus exportaciones en 2016, según la Oficina Nacional de Estadística.
El presidente francés Emmanuel Macron publicó el sábado en su página de Facebook una carta en inglés y en tono conciliador dirigida a sus “Queridos amigos británicos”.
“Ni Francia ni el pueblo francés ni, creo que es justo decirlo, cualquier otro pueblo europeo ha estado motivado por un deseo de venganza o castigo”, señaló.
Horas después de la separación británica oficial, un grupo de 17 Estados del bloque enviaron el mensaje de que la unión seguirá siendo fuerte pese a perder a uno de sus miembros más grandes.
“Es el primer día que la Unión Europea tiene 27 Estados miembro, y en este momento de división resulta importante enviar un mensaje de cohesión”, subrayó el primer ministro portugués Antonio Costa el sábado.
Costa habló antes de una reunión de los Amigos de Cohesión, un grupo de países de la UE del sur y el este de Europa interesados en mantener los fondos del bloque que ayuda a redistribuir la riqueza en Europa.
Mientras se espera que las desafiantes negociaciones inicien relativamente pronto, los sectores industriales de antemano se preparan para proteger sus intereses.
Los propietarios de hoteles y restaurants señalan que necesitan mantener la cantidad actual de trabajadores llegados del continente a fin de garantizar que sus habitaciones estén limpias y los alimentos preparados. Las automotrices quieren preservar el rápido suministro de los proveedores europeos para evitar demoras en la fabricación.
Bancos y aseguradoras están cabildeando para mantener su acceso al lucrativo mercado europeo. Y los pescadores quienes recuperar el control de los caladeros que creen que fueron esquilmados por sus rivales europeos en las cuatro últimas décadas.
Y por si eso no fuese suficiente para el primer ministro Boris Johnson y sus ministros, el gobierno británico también pretende negociar acuerdos comerciales individuales con los países ahora que ya no está en el bloque. El principal objetivo comercial de Johnson fuera de la UE es Estados Unidos, la mayor economía del mundo y el destino del 18 por ciento de sus exportaciones.
Pero Washington de antemano ha planteado demandas difíciles. El secretario de Estado, Mike Pompeo, advirtió durante su visita a Londres la semana pasada de las preocupaciones de seguridad ligadas al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, y presionó a las autoridades británicas para que revirtieran su decisión de permitirle participar en la mejora de la red inalámbrica del país.
Por su parte, el embajador estadounidense en el país, Woody Johnson, hizo campaña para que los funcionarios británicos abran la puerta a la importación de productos como el pollo clorado, que fue prohibido por incumplir los estándares de producción de la UE. Y las empresas médicas estadounidenses están presionando para acceder al Sistema Nacional de Salud británico.
Conciliar todas estas demandas será difícil porque cualquier intento de satisfacer las exigencias de Washington rebajaría los estándares británicos, alejando a Londres de las normas de la Unión Europea. La UE ya dejó claro que el precio para acceder al mercado único es seguir cumpliendo con la normativa del bloque.
Incluso el tema más difícil resuelto durante la primera ronda de negociaciones entre la UE y el gobierno británico la espinosa pregunta de Irlanda del Norte sigue siendo problemática.
En un intento por proteger el proceso de paz en Irlanda del Norte y finalmente recibir la aprobación para su acuerdo de separación de la EU, Johnson aceptó que Irlanda del Norte mantenga las mismas normas como el único mercado del bloque para productos después del Brexit.
Como resultado, no serán necesarias revisiones aduaneras en la frontera entre Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido, y la República de Irlanda. En vez de eso, algunas revisiones serán realizadas para productos que ingresen a Irlanda del Norte provenientes del resto del Reino Unido y que tengan como destino final un país de la Unión Europea.
Esto prácticamente significa que Johnson aceptó establecer una frontera comercial en el Mar Irlandés lo que causó el enojo de muchos de sus propios aliados debido a que privilegia a Irlanda del Norte sobre otras regiones del Reino Unido.
Mientras tanto, el Brexit de antemano está modificando la economía y los trabajadores provenientes de otros países de la UE han empezado a explorar otras opciones.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijo la semana pasada que actualmente cada vez son menos los ciudadanos de naciones de la EU que acuden a trabajar a la ciudad y son demasiados los que están saliendo, lo que causa una escasez de trabajadores en industrias como la construcción, el sector de hoteles y restaurantes y en el servicio de cuidados y trabajo social.
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