INGLATERRA.- Con música de bandas militares y una procesión de la realeza que escoltó su féretro hasta la iglesia, el príncipe Felipe fue enterrado el sábado en una ceremonia fúnebre que rindió homenaje a sus servicios al Reino Unido, la corona y la reina Isabel II, con quien estuvo casado 73 años.
La reina viuda, dando ejemplo en medio de la pandemia de coronavirus, se sentó sola durante la ceremonia, vestida de negro y con la cabeza gacha al orar.
Felipe, que murió el 9 de abril dos meses antes de cumplir 100 años, recibió honores en el castillo de Windsor, en un oficio apegado a las tradiciones militares y reales, pero reducido y austero, acorde con su personalidad. La procesión real y el funeral tuvieron lugar fuera de la vista del público en terrenos del castillo, una residencia real de 950 años situada 30 kilómetros al oeste de Londres, pero que se transmitió en vivo por televisión.
Debido a las restricciones del coronavirus, en lugar de las 800 personas previstas por los planes elaborados desde hace tiempo, solo 30 personas pudieron acceder a la Capilla de San Jorge en el interior del castillo, entre las cuales estaban la reina, sus cuatro hijos y sus ocho nietos.
Se respetaron las normas estrictas del distanciamiento social, con la reina apartada de los miembros de su familia, situados en distintas partes de la iglesia.
El príncipe Carlos, heredero del trono, se sentó frente a la monarca junto con su esposa Camilla. El príncipe Andrés estaba a la izquierda de la reina. El príncipe Guillermo y su esposa Kate estaban del lado opuesto de su hermano, el príncipe Enrique, que viajó desde California sin su esposa Meghan, que está embarazada.
En todo el país se cumplió un minuto de silencio antes del inicio del funeral. Bajo un suave sol primaveral, algunas personas de la localidad fueron a colocar flores fuera del castillo, pero en general se respetó el pedido de la policía y el palacio de evitar las aglomeraciones debido a la pandemia.
El féretro llegó a la capilla en un Land Rover adaptado de acuerdo con un diseño de Felipe. Estaba cubierto por su estandarte, su gorra de la Marina Real, su espada y una guirnalda de flores.
En la procesión, jefes militares precedieron al vehículo. Los hijos de Felipe —Carlos, Ana, Andrés y Eduardo— caminaron detrás del coche fúnebre mientras la monarca de 94 años fue a la capilla en un automóvil Bentley.
Los nietos Guillermo y Enrique también caminaron detrás del féretro, aunque no juntos. Los hermanos, cuya relación es tensa desde que Enrique decidió abandonar sus deberes reales y mudarse a California, flanquearon a su primo Peter Phillips, hijo de Ana.
La escena despertó en mucha gente los recuerdos de Guillermo y Enrique a sus 15 y 12 años caminando detrás del féretro de su madre, la princesa Diana, en 1997, acompañados por su abuelo Felipe, en una ceremonia en Londres transmitida a todo el mundo.
Horas después se vio a los dos hermanos caminando juntos y conversando al salir los asistentes al funeral de la capilla.
El funeral reflejó los vínculos militares de Felipe, como comandante ceremonial de muchas unidades y veterano de la Segunda Guerra Mundial. Participaron más de 700 efectivos, entre bandas, cornetas y una guardia de honor de todas las fuerzas.
En la capilla gótica, en la que desde hace siglos se realizan bodas y funerales reales, el oficio fue sencillo y sombrío.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, ingresó a la capilla delante del féretro, seguido por los hijos y tres de los ocho nietos de Felipe, mientras un coro de cuatro cantaba “Yo soy la resurrección y la vida”.
A petición del duque no hubo sermón, y por protocolo real no hubo elegías ni lecturas familiares. El deán de Windsor, David Conner, dijo que el país se ha enriquecido con su “inquebrantable lealtad a nuestra reina, con su servicio a la nación y a la Commonwealth, con su valor, su fuerza y su fe”.
mmr