Carlos es un migrante que acarició el sueño americano tras entregarse a agentes estadounidenses para pedir refugio. Pero cinco días después, en los que denuncia haber recibido trato de "asesino", fue expulsado a México.
El hombre de origen venezolano, Carlos Reyes y su amigo de la infancia Carlos Villafranca cruzaron el río Bravo desde Ciudad Juárez, al igual que cientos de migrantes que buscan ponerse en manos de la patrulla fronteriza para luego pedir protección de Estados Unidos.
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Todo parecía ir bien. Esperaron una semana del otro lado del río, la frontera natural, en una suerte de limbo entre una alambrada de púas que apunta hacia México y una alta y sofisticada reja que conduce a Estados Unidos.
Unos agentes los abordaron, y tras esposarlos, los condujeron a un albergue en El Paso, Texas. Villafranca asegura que estaba "contento", pues creía que su petición de refugio sería escuchada.
Pero pronto se vieron enfrentados a condiciones deplorables. Villafranca comentó en Ciudad Juárez, a donde volvió expulsado con su amigo y 400 personas más en la madrugada del pasado miércoles.
"¡Es horrible allá dentro! ¡Cinco días presos!", exclama.
Por su parte, Carlos Reyes, tacha de "abuso" el trato que reciben en Estados Unidos los extranjeros que llegan huyendo de la pobreza y la violencia en sus países.
"Mira, aquí están las marcas de los grilletes que me colocaron [...] como si fuera asesino", dijo.
Reyes también contó que mientras estuvo detenido sintió que no tenía derechos.
"No te dejan hablar, no te dejan decir nada, ni te preguntan cómo te llamas", lamenta.
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Su amigo añade que las autoridades prometieron llevarlos a un "refugio mejor" para continuar el proceso legal. Pero en realidad "nos dieron nuestras pertenencias, rompieron las carpetas y lo que hicieron fue soltarnos acá".
"Todo es una mentira [...]. Gracias a Dios me dejaron aquí cerca y aquí estamos, vamos a salir adelante poco a poco", dijo.
Cientos de migrantes han seguido el camino de estos dos venezolanos, en medio de la incertidumbre por los cambios migratorios que traerá el fin del Título 42, a la medianoche de este jueves.
Desde 2020, esa norma estadounidense permitió expulsar automáticamente a México a los migrantes, las autoridades dijeron que era por riesgos sanitarios por el covid-19.
Pero en su lugar seguirá activo el Título 8, que prevé deportaciones y la denegación de asilo a los infractores, que quedarán vetados por cinco años y enfrentarían procesos penales.
Los dos amigos no bajan los brazos. Bajo un intenso sol, recorren la desértica línea fronteriza del lado mexicano cargando dos cajas con bebidas y alimentos para vender.
Reyes habló sobre las razones de salir a trabajar, con un tono animado antes de agarrar su mercancía y reanudar la agotadora caminata para buscar clientes entre otros migrantes que anhelan cruzar a Estados Unidos.
"Salimos a la calle a trabajar porque no tenemos plata, a vender agüitas, gaseositas, arepitas", afirma.
JB