Un inventor de Holanda está construyendo ataúdes biodegradables para personas que buscan vivir de la manera más sostenible posible, y está poniendo micelio (estructura radicular de los hongos) y fibra de cáñamo en un molde especial.
La mezcla se endurece en una semana para formar lo que se parece a un sarcófago egipcio, pero sin pintar.
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Los ataúdes tradicionales de madera vienen de árboles que pueden tardar décadas en crecer y años en descomponerse en el suelo. De acuerdo a los promotores, estos nuevos ataúdes se biodegradan y entregan los restos a la naturaleza en apenas un mes y medio.
En pleno siglo XXI, es posible que el espíritu individual haya ido más allá de las restricciones de antaño, pero los funerales suelen seguir limitados por la tradición, que puede no estar a la altura de la visión del difunto o de sus seres queridos.
“Todos tenemos diferentes culturas y diferentes formas de querer ser enterrados en el mundo. Pero creo que muchos nosotros, un gran porcentaje, lo querríamos de otra manera. Y desde hace 50 o 100 años se sigue haciendo de la misma manera”, explicó Shawn Harris, un estadunidense que optó por invertir en la empresa que fabrica estos ataúdes: Loop Biotech.
En momentos en que cada vez más gente es consciente de la situación del cambio climático y se centra en cuidar la naturaleza, Loop Biotech dice tener la respuesta para quienes desean contemplar el círculo de la vida, tan cerca de lo que siempre creyeron.
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El fundador de Loop Biotech, Bob Hendrikx, aseguró haber investigado mucho sobre la naturaleza, sobre todo acerca de los hongos, y dijo que se enteró de que son los mayores recicladores del planeta, por lo que pensó que se podría formar parte del ciclo de la vida y creó estas ataúdes a base de setas, en las que se puede agregar musgo dentro a manera de colchón para el cadáver.
Para el caso de las personas que prefieran la cremación, su empresa también ofrecer una urna del mismo material, de la cual sobresale una plántula de árbol. La urna también se puede enterrar, y cuando se desintegra, permite que las cenizas ayuden a darle vida al nuevo árbol.
“Así que en lugar de ‘morimos, terminamos en el suelo y eso es todo’, ahora hay una nueva historia: podemos enriquecer la vida después de la muerte y podemos continuar prosperando, ahora como una nueva planta o árbol”, explicó Hendrikx.
El costo de uno de estos ataúdes es de 18 mil 377 pesos y una urna vale tres mil 675 pesos.
AA