ESPECIAL.- El vello de su barbilla empieza a blanquear y sus gestos son lentos. La orangutana Nénette, estrella del histórico zoológico del Jardín de Plantas de París, cumple 50 años, una edad muy respetable para su especie.
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Nénette tiene taller de pintura. Agarra la paleta preparada por un cuidador y con la boca selecciona los colores. Luego, con un dedo, dibuja trazos sobre el cristal que la separa del público y frota su obra con paja. La orangutana también puede pintar sobre papel.
Nénette es ahora una abuela, con una longevidad destacable para un ejemplar nacido en la jungla. La esperanza de vida de los orangutanes es de 30 a 45 años en la naturaleza y hasta 60 en cautiverio.
Los cuidadores de La Ménagerie del Jardín de Plantas, uno de los zoológicos más antiguos del mundo fundado en 1794, celebrarán su aniversario el 16 de junio ofreciéndole un pastel, aunque en realidad se desconoce su edad exacta. Nació en la jungla tropical de Borneo hacia 1969 y tenía unos tres años cuando llegó al centro el 16 de junio de 1972.
Entonces, todavía no había entrado en vigor el Convenio de Washington de 1973 que prohíbe el comercio de las especies en vías de extinción y por lo tanto comprar un orangután estaba autorizado.
"Nénette llegó en mal estado, tenía una falange seccionada", declara Norin Chaï, veterinario en jefe de La Ménagerie.
Fue separada de su madre muy temprano, mientras que las orangutanas cuidan de sus hijos hasta los 10 años. "Lo que es increíble de Nénette es que tuvo cuatro hijos y aceptó ocuparse de ellos gratamente", dijo Chaï, destacando que no es lo habitual en estas situaciones.
"La edad de la sabiduría"
En libertad, los orangutanes de Borneo, especie en grave peligro de extinción, viven en árboles a más de 20 metros de altura. Instalada con sus cuatro congéneres en un edificio de los años 1930, "Nénette duerme en una plataforma elevada, en un nido que construye cuidadosamente", explica la cuidadora en jefe Christelle Hano.
A través de una reja, Hano entrena a Nénette para poder suministrarle sin estrés sus cuidados médicos. Le da una cuchara de madera y le pide que se toque por ejemplo la oreja o el hombro. "¡Muy bien, bravo cariño!", la felicita.
Esta actividad permite administrarle los medicamentos a la vez que distrae a la orangutana.
"Nénette y yo nos conocemos desde hace 20 años" explica la cuidadora. "Antes era más tremenda, sobre todo con las chicas. Si podía atraparnos, lo hacía", agarrando los zapatos o los dedos, explica.
Si bien con sus 110 centímetros de altura no es muy grande, pese entre 65 y 70 kilos y su fuerza muscular es considerable.
Pero la orangutana"cambió en la última década y ahora es más tranquila". "Alcanzó la edad de la sabiduría", según Hano.
Tuvo tres parejas. Sus cuatro hijos murieron, pero es abuela. Hasta 2015, fue la líder del grupo de orangutanes en La Ménagerie, dominados a hora por otra hembra y un macho. Dispone de un espacio independiente del resto.
En 2007, fue operada de un grave absceso en el abdomen. Sufre hipotiroidismo y toma el mismo sustitutivo hormonal que los humanos.
Nénette tiene además artrosis en su cadera. "La tratamos como a una anciana", resume Chaï.
IH