Entre los escombros de una Europa diezmada por la Segunda Guerra Mundial, surgió un enfrentamiento político, económico, social, ideológico, militar e informativo entre dos bloques emergentes, el capitalista, liderado por Estados Unidos, y el comunista, encabezado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
A esta pugna se le denominó como Guerra Fría, debido a que nunca hubo una embestida militar por parte de ninguno de los bandos, pese a haber tensiones por más de cuatro décadas, entre 1947 y 1991.
Cabe destacar que Estados Unidos y la URSS fueron aliados durante la Segunda Guerra Mundial, combatiendo a las potencias del Eje, lideradas por la Alemania Nazi de Adolf Hitler, la Italia de Benito Mussolini, y el Imperio Japonés de Hirohito.
Tanto la Conferencia de Yalta en febrero de 1945, como la Conferencia de Postdam, en agosto de ese mismo año, fueron el parteaguas para concluir con el conflicto armado más devastador de la humanidad, así como el preámbulo de como los Aliados repartirían Alemania y otros territorios que habían sido ocupados por el nazismo.
En dichas reuniones participaron los presidentes de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, después, Harry Truman, los primeros ministros del Reino Unido, Winston Churchill, y posteriormente Clement Attlee, y el líder de la Unión Soviética, Iósif Stalin.
Quizá la consecuencia inmediata más visible en esa época de la conformación de un sistema internacional bipolar, fue la división de Alemania, que se convertía por un lado en la República Federal Alemana, en manos de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, y, por otro lado, la Repúlica Democrática Alemana, bajo la influencia del comunismo soviético.
Surge el Telón de Acero
El gobierno de los Estados Unidos daba a conocer su política de inflexibilidad ante la ideología comunista, misma que los soviéticos respondieron sosteniendo que la intención de los norteamericanos era utilizar su monopolio capitalista en el mundo de la postguerra, para desarrollar una capacidad militar que les diera condiciones para hacerse con la supremacía mundial.
Dichos intercambios discursivos llevaron a ambas partes a incrementar tensiones y polarizar más y más Occidente y Oriente. Estados Unidos comenzaba a aplicar la teoría de contención, mediante la Doctrina Truman, misma que consistía en frenar la expansión de la ideología comunista a cualquier costo, persiguiendo a la política de izquierda en el continente americano e incluso, en su propio territorio.
Por su parte, la Unión Soviética conformaba un bloque de países aliados satélites con ideologías comunistas en Europa del este, como en Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria, Hungría y Rumania, misma que se le conoció como el “Telón de Acero”, término acuñado por el primer ministro de Reino Unido, Winston Churchill, para referirse a la serie de territorios que separaban o “protegían” a la URSS de la influencia de Occidente.
Plan Marshall
También como parte de la Doctrina Truman, Estados Unidos emprendió el Plan Marshall o Plan Europeo de Recuperación, el cual se traducía en la asistencia de los americanos a países del Viejo Continente devastados por la Segunda Guerra Mundial.
Este plan consistía en la inyección de capital a las economías de Europa Occidental, principalmente, Francia, Reino Unido, Italia y Alemania, con el fin de que se reactivara el desarrollo en dichos territorios, aunque también se enviaron alimentos, combustible, maquinaria y demás recursos.
Una vez en la estabilización, los países de Europa Occidental y Estados Unidos crearon la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), misma que tiene el fin de que los países miembros se protejan unos a otros en caso de que un Estado ajeno intente atacarlos militarmente.
En respuesta a la conformación de la OTAN, la Unión Soviética formó una alianza militar con sus estados satélites, conocida como el Pacto de Varsovia, en el cual figuraban Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, Alemania Oriental, y la propia URSS.
Un mundo polarizado
El enfrentamiento del poder capitalista de Estados Unidos contra la ideología comunista de la Unión Soviética, tuvo un punto álgido cuando el control, vigilancia y revisión en la Alemania comunista fue cada vez más rígida, iniciando la construcción del Muro de Berlín el 13 de agosto de 1961.
Los ciudadanos de la República Democrática Alemana buscaban huir de las carencias que les daba el régimen soviético, aunque Moscú no permitiría ello, pues desplegó por décadas tropas en la frontera para reprimir los intentos por cruzar al oeste.
En consecución, la rivalidad de capitalistas y comunistas y su lucha por la supremacía mundial no escaló directamente a un enfrentamiento armado entre Estados Unidos y la URSS, pero sus visiones opuestas del desarrollo del globo, llevaron a otros países, bajo la influencia de estas ideologías, a levantarse en armas.
Algunos de los principales acontecimientos que marcaron el periodo de la Guerra Fría fueron:
- El conflicto árabe-israelí
- La crisis y división de Berlín
- La Guerra de la Península de Corea
- La Guerra de Vietnam
- La Crisis de los Misiles en Cuba
Todos estos conflictos tuvieron que ver con la visión a dos polos opuestos con las que se veía el mundo, y la urgente necesidad de ambas partes de tomar el control del sistema internacional.
Asimismo, otra de las situaciones más recordabas durante la Guerra Fría fue la competencia que Estados Unidos y la URSS tenían en el campo de las armas y en la exploración del espacio.
A estos temas se les conoció como la “Carrera Armamentística” y la “Carrerea Espacial”.
Tanto norteamericanos como soviéticos hicieron alarde del desarrollo de armas y equipo de combate como portaviones, aeronaves y, sobre todo, armamento nuclear, mismo que fue el protagonista de una oscura jornada en la Crisis de los Misiles.
Además, rivalizaron en el espacio, ya que mientras los soviéticos lanzaron con éxito el satélite Sputnik en 1957, siendo este el primer artefacto humano capaz de orbitar el planeta, los estadounidenses lograron con Apollo 11, el primer alunizaje en la historia de la humanidad protagonizado por los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin el 20 de julio de 1969.
El fin de la Guerra y el comienzo de un sistema unipolar
En 1989, la mala situación económica de la Unión Soviética, incapaz de mantener a todos los países que estaban en su zona de influencia, y la inestabilidad política y social que se vivía en estos llevó a la desaparición de la URSS y el final del conflicto, así como a un nuevo orden mundial liderado por Estados Unidos.
En la Cumbre de Malta, celebrada frente a las costas del país mediterráneo en el buque Máximo Gorki, George H. W. Bush y Mijaíl Gorbachov analizaron los cambios que estaba viviendo el mundo en todas sus facetas y establecieron un nuevo paradigma de convivencia pacífica y fin de las tensiones entre ambas superpotencias, que conllevaría un desarme nuclear progresivo, la democratización de los países satélite y la restauración de las relaciones comerciales y diplomáticas.
El propio Mijaíl Gorbachov proclamó que ese día terminaba “una época de guerra fría y se inicia un periodo de paz prolongada”.
El 8 de diciembre de 1991 los presidentes de las repúblicas soviéticas de Rusia, Ucrania y Bielorrusia se reunieron en secreto firmando el Tratado de Belavezha por que se disolvía la Unión Soviética y se remplazaba por una forma de unión voluntaria conocida como la Comunidad de Estados Independientes (CEI).
El 21 de diciembre en Almá-Atá (Kazajistán), los presidentes de 11 de las 15 repúblicas de la Unión Soviética (salvo Georgia y los Estados bálticos) ratificaron la creación de la CEI mediante la firma del Protocolo de Almá-Atá. Cada vez más impotente frente a los eventos, Gorbachov renunció a su cargo y la Unión Soviética dejó de existir formalmente el 25 de diciembre de 1991.
El Soviet Supremo reconoció al día siguiente la extinción de la Unión; Rusia asumió los compromisos y la representación internacional del desaparecido Estado, y fue reconocida como el Estado sucesor de la Unión Soviética en el derecho internacional.
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