Francia está presenciando uno de los juicios más estremecedores de los últimos tiempos. Dominique P., un hombre de 71 años, es acusado de drogar a su esposa, Gisèle P., durante más de diez años para que un grupo de hombres la violaran mientras estaba inconsciente.
Este caso, que ha sacudido la conciencia social y jurídica del país, involucra a 51 hombres, de los cuales 18 permanecen en prisión preventiva. Sin embargo, la sentencia máxima que podría imponerse es de apenas 20 años, lo que ha generado indignación y un intenso debate sobre la proporcionalidad del castigo frente a la magnitud de los hechos.
El caso, que involucra a 51 acusados, ha revelado detalles escalofriantes, documentados en fotos y videos encontrados en la computadora de Dominique en 2020, cuando fue arrestado por grabar indebidamente a mujeres en un centro comercial.
Entre 2011 y 2020, se estima que Gisèle sufrió al menos 92 violaciones. Dominique reclutaba a los agresores a través de sitios de citas, donde compartía instrucciones precisas, como no despertar a su esposa, desvestirse en la cocina y evitar dejar rastros de perfume o tabaco. Este nivel de premeditación y control despiadado ha horrorizado tanto al público como a los expertos legales.
Destapan años de abusos
El juicio, que se lleva a cabo en Aviñón, ha dejado momentos desgarradores. Los tres hijos de Giséle han tenido que enfrentar la cruda realidad de los abusos perpetrados por su propio padre.
Caroline Darian, hija de la víctima, rompió en llanto en varias ocasiones durante las audiencias, mientras se exponían pruebas gráficas y montajes en los que ella también era objeto de voyeurismo. Sin embargo, Dominique se ha mostrado impasible, sin remordimiento, conversando ocasionalmente con su abogada.
Cabe señalar que, la defensa ha intentado argumentar que el acusado sufre de una forma de "adicción", un alegato que ha sido fuertemente cuestionado por los abogados de la víctima.
Los otros acusados en el caso son hombres de diversas profesiones: desde bomberos y electricistas hasta enfermeros y periodistas, con antecedentes de violencia doméstica o abuso sexual. Aunque algunos afirman haber creído que participaban en juegos sexuales consentidos, muchos de ellos admitieron que sabían que Gisèle estaba drogada.
Violadores enfrentan condenas de apenas 20 años de cárcel
Pese a la magnitud de los crímenes, la condena máxima que enfrentan los acusados es de solo 20 años de prisión, lo que ha generado indignación y protestas entre la sociedad francesa. Organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres han exigido penas más severas, argumentando que esta sentencia no es proporcional a la gravedad de los hechos.
Además, el caso ha puesto en el centro del debate el uso de la sumisión química en agresiones sexuales, un fenómeno que afecta al 42% de las denuncias por violación en el ámbito privado en Francia.
El juicio continuará hasta diciembre, con la esperanza de que se haga justicia para Gisèle y otras víctimas de agresiones sexuales similares, mientras se intensifica el llamado a reformar las leyes que regulan estos crímenes.