ESPECIAL.- Conspirar contra la humanidad, es la idea que los antivacunas, negacionistas y los terraplanos tienen de los científicos. La anticiencia, que podría ser graciosa es más bien preocupante y grave, al ser replicada por mandatarios como Donald Trump, considera Catalina Stern, directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
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¿Qué es la anticiencia?
La anticiencia refiere a las expresiones filosóficas que contradicen a la ciencia y el razonamiento científico. Sin embargo, sus argumentos se basan en datos y poseen cierta lógica, lo que le ha valido su popularidad los últimos 15 años, aunque con información falsa e interpretaciones engañosas.
La ciencia también se ha desacreditado cuando empresas privadas la utilizan de forma irresponsable, de acuerdo con Martín Bonfil Olivera, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia. Un ejemplo es la industria tabacalera que, entre 1970 y 2000, lanzó una campaña hecha a partir de datos científicos parciales, para persuadir que fumar no era causa de cáncer pulmonar.
¿Por qué es peligrosa la anticiencia?
Los movimientos anticiencia se fortalecen cuando personajes públicos comparten sus planteamientos. Es el caso de Trump, el también empresario para quien el cambio climático es un mito que busca frenar el desarrollo económico, cuando científicos consideran que para reducir los gases de efecto invernadero, que provocan cambios drásticos de temperatura, se debe cambiar el sistema socioeconómico.
Cuando las propuestas anticientíficas son replicadas por líderes mundiales, desaparece el papel del científico, por lo que Catalina Stern cree que ahora se debe salir de las academias, “tenemos retos de divulgación de la ciencia, porque es importante que la sociedad tenga información verídica sobre los descubrimientos, proporcionada por quienes en verdad saben”.
ZNR