La premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, que encabeza el gobierno civil en Myanmar, debió dimitir en señal de protesta contra la limpieza étnica de los rohinyas musulmanes por parte del ejército, opinó el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Zeid Ra'ad Al Husein.
"Podría no haber dicho nada, o mejor aún, dimitir" declaró Zeid Ra'ad Al Husein en entrevista con la BBC.
Aung San Suu Kyi defendió en efecto al ejército birmano en esta crisis y denunció el "iceberg de desinformación" en la prensa internacional sobre el tema.
"Ella no necesitaba hacerse la portavoz de los militares birmanos. No tenía por qué hablar de iceberg de desinformación", afirma.
Birmania rechazó el informe de los investigadores de la ONU en el que acusan a su ejército de "genocidio" contra los rohinyas. Según los investigadores de la ONU, los principales generales de Birmania, incluyendo el jefe del ejército, Min Aung Hlaing, deberían ser procesados internacionalmente por "genocidio" contra los rohinyas, 700 mil de los cuales huyeron a Bangladés tras una ofensiva del ejército birmano, en agosto de 2017. Esa ofensiva fue lanzada en respuesta a varios ataques de rebeldes rohinyas.
Aung San Suu Kyi se ha abstenido hasta la fecha de realizar ningún comentario sobre el informe de expertos de la ONU, publicado el lunes, en el que se denuncia que no utilizara su "autoridad moral" en la crisis y que su ejecutivo hubiera negado cualquier problema e impedido la investigación de la ONU.
"Ella estaba en posición de poder actuar" deploró este jueves Zeid Ra'ad Al Hussein.