Pilar Fierro, de 70 años, llegó a las excavaciones que comenzó la fiscalía de Perú, en una quebrada cerca de Lima, con la esperanza de encontrar al menos “un pedazo” de su hija Dora Oyague, quien fue desaparecida hace 30 años por un escuadrón militar.
“Ojalá que Dios quiera que podamos encontrar un pedazo de mi hija”, mencionó Pilar, refiriéndose a Dora, una de las 10 víctimas de la masacre de La Cantuta; un cas por el que fue condenado el ex presidente Alberto Fujimori.
De acuerdo a Pilar, su hija desapareció a los 21 años, por los militares que la secuestraron, y como madre, manifestó su preocupación, ya que con bastante dolor se encuentra buscando a su hija y espera al menos encontrar una parte de ella.
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Un equipo forense de la fiscalía de Perú comenzó excavaciones el 30 de mayo en la desértica quebrada Chavilca en Cieneguilla, al este de Lima, con la finalidad de buscar los restos de cinco estudiantes que siguen desaparecidos.
Cabe señalar que el 18 de julio de 1992, militares del destacamento “Colina” entraron a la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, en donde arrestaron a nueve alumnos y a un profesor sospechosos de ser guerrilleros, y los llevaron a una carretera en donde los mataron y quemaron sus cuerpos con combustibles.
El 3 de junio del presente años, familiares de las víctimas, entre ellas, Pilar Fierro, realizaron un ritual tradicional para rogar a la madre tierra que devuelva los restos de sus seres queridos. En la falda de un cerro, sobre una colorida manta andina, pusieron flores, agua, zampoñas, dulces, velas y gorros de lana con orejeras.
A raíz de este hecho en 1992, la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue notificada, y en noviembre de 2006 emitió sentencia en el caso, determinando la responsabilidad del estado peruano por la violación de los derechos contenidos en la Convención Americana en agravio del profesor y los nueve estudiantes.
AA