A partir del pasado 15 de diciembre y durante cinco días consecutivos, un tribunal francés intentará reconstruir una historia marcada por contradicciones, silencios y decisiones difíciles de explicar.
El centro del proceso es la muerte de Stéphane Baudet, empresario informático asesinado la noche del 3 al 4 de diciembre de 2021 en su domicilio de La Ville-du-Bois.
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Su cuerpo fue posteriormente desmembrado y enterrado en el bosque de Marcoussis, a unos 10 kilómetros de distancia, donde sería hallado casi dos semanas después.
La complejidad del caso no solo radica en la brutalidad del crimen, sino en la ausencia de testigos directos. En la sala de audiencias, la única persona que puede aportar un relato de primera mano es Rachel, de 41 años, esposa de la víctima y principal acusada.
El otro sospechoso clave, su amante conocido como Toki, de 32 años, murió por suicidio el 18 de diciembre de 2021, apenas un día después de ingresar a prisión preventiva, al ahorcarse con los cordones de sus zapatos.
Antes de su muerte, Toki alcanzó a declarar ante la policía y señaló directamente a Rachel como responsable del homicidio.
¿Cómo habría ocurrido el asesinato de Stéphane?
Según su versión, fue ella quien lo llamó la noche del crimen para que acudiera a su casa, donde él habría encontrado a Stéphane Baudet ya sin vida, tendido en un charco de sangre.
Rachel, en cambio, sostiene un relato opuesto, pues afirma que se despertó en la casa de su familia, encontró a Toki en su habitación, y fue él quien posteriormente atacó y mató a su esposo.
Pese a sus versiones contradictorias, ambos coincidieron en un punto clave durante la investigación: admitieron haber transportado juntos el cuerpo en automóvil hasta la casa de Toki.
A partir de ahí, la cadena de decisiones comenzó a volverse aún más desconcertante. Inicialmente, planearon deshacerse del cadáver arrojándolo al río Sena, en la zona de Choisy-le-Roi, aprovechando la tranquilidad de la noche y la escasa vigilancia.
El plan se llevó a cabo pero con el paso de las horas, Rachel comenzó a dudar. Los investigadores detectaron que realizó varias búsquedas en Google relacionadas con la posibilidad de detectar un cuerpo en el agua, un elemento que ahora pesa considerablemente en su contra.
Tras un día en el río, la pareja regresó al lugar y recuperó el cadáver. Rachel sostiene que no presenció directamente lo que ocurrió después, pero admite haber acompañado a Toki hasta el bosque de Marcoussis, donde finalmente el cuerpo de su esposo fue enterrado bajo apenas 40 centímetros de tierra.
Fue allí donde los investigadores lo encontraron el 17 de diciembre de 2021, luego de que la hermana de Rachel denunciara la desaparición de Stéphane el día 6.
El gendarme a cargo del caso subrayó que la acusada no pidió ayuda ni prestó asistencia a su marido, no señaló de inmediato a Toki como autor del crimen y participó activamente en el traslado del cuerpo, incluso vistiéndolo con la ropa que llevaba durante el día.
A ello se suma la evaluación psicológica presentada en el juicio. Un experto entrevistado por medios locales destacó la aparente falta de empatía de Rachel.
“En ningún momento mostró empatía por su esposo ni por el trauma infligido a sus hijos, que dormían cerca. Fue su frialdad lo que me impactó”, afirmó el médico, quien describió a una mujer que rechazaba asumir cualquier responsabilidad.
Con un sospechoso muerto, versiones irreconciliables y pruebas circunstanciales, el tribunal deberá decidir si Rachel es una víctima atrapada en una tragedia ajena o una pieza central de un crimen que aún deja más preguntas que respuestas.
AM