Mujer intersexual cuenta cómo mutilaron sus genitales para parecer “normal”

Cuando Candelaria nació, sus padres creyeron que era un niño debido a que su clítoris parecía un pene.

María Candelaria Schamun / Especial
Argentina /

Una mujer intersexual publicó su libro “Ese que fui”, en el cual describe cómo sus padres creyeron que había nacido como un varón, cuando a las pocas semanas después, se dieron cuenta de que realmente era una niña con genitales muy desarrollados.

Se trata de María Candelaria Schamun, una mujer intersex de Argentina, quien en 1981, nació a través de un parto normal, pesando poco más de cuatro kilos y bautizada con el nombre de Esteban a los dos meses de edad.

Sin embargo, Candelaria pasaba mucho tiempo durmiendo, comía y vomitaba, por lo que sus padres se preocuparon y la llevaron con el médico, y le detectaron que sufre una hiperplasia suprarrenal congénita perdedora de sal, por lo que la estabilizaron de urgencia.

Se sabía que Candelaria tendría que tomar medicina toda la vida para mantener el equilibrio glandular, pero había algo más, descubrieron que no era un niño, sino una niña, ya que a simple vista, su clítoris parecía un pene debido a su alto desarrollo.

Candelaria no nació con testículos, pero tampoco con vagina ni canal vaginal, por lo que los doctores vieron una anomalía. Sin embargo, decidieron someterla a distintas cirugías para que tuviera un futuro “normal”, incluso le “construyeron” un canal vaginal.

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“Las personas intersex nacen con caracteres sexuales que no se corresponden con el binarismo hombre / mujer. Ser intersex tiene que ver con características del cuerpo y no con la orientación sexual o la identidad de género que una vaya a tener después. Yo era una niña intersex y me mutilaron en nombre de una idea de normalidad”, expresa Candelaria.

Pero fue hasta los 17 años, que Canelaria se dio cuenta de que anteriormente se llamaba Esteban, luego de que encontró papeles en el escritorio de su padre, quien había fallecido en 1993.

“Me operaban y nadie preguntaba por qué. Mis primas recuerdan que de eso no se hablaba. Pero el silencio posterior fue durísimo, quizás peor que el primero. Todo el tiempo estás pensando en las cosas que querés decir y no podés, básicamente no te las podés decir ni vos misma”, dice Candelaria.

AA


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