Aunque el gobierno estadunidense ha insistido que drogas duras como la metanfetamina y el fentanilo entran por las fronteras mexicanas, la realidad es que en los últimos tres años se han desmantelado cientos de narcolaboratorios en estados norteamericanos que operaban al estilo Breaking Bad, en barrios marginados y en pequeñas casitas destartaladas o casas rodantes.
Sin embargo, en algo no están equivocadas las autoridades del Río Bravo: en muchos de los laboratorios clandestinos desmantelados por la Agencia para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) sí están involucrados mexicanos, quienes llegaron a Estados Unidos con el objetivo de montarlos y enseñar a cocinar las drogas a ciudadanos estadunidenses.
Una investigación de MILENIO, con base en los registros de la DEA y el Departamento de Justicia, revela que del año 2020 a la fecha se han descubierto 539 laboratorios clandestinos sobre todo en estados fronterizos como California y Texas, entre otros.
Esto quiere decir que cada dos días encuentran cocinas de metanfetaminas en ciudades del sur de los Estados Unidos.
El tema cobró fuerza en las agendas de las autoridades estadunidenses, luego de la captura en enero de Ovidio Guzmán, El Ratón, hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera y a quien las autoridades de ese país adjudican el trasiego de toneladas de distintas pastillas y drogas sintéticas.
De hecho, una de las grandes conversaciones durante la última visita a México del presidente estadounidense Joe Biden, fue el problema de adicciones que enfrentan en Estados Unidos debido al flujo de fentanilo que presumiblemente llega desde su frontera sur.
Las estadísticas revelan sin embargo que no sólo México está produciendo los estimulantes, sino que también se están haciendo en el propio terruño estadunidense, tal cual se describe en la famosa serie Breaking Bad, donde un moribundo profesor de química decide producir desde una destartalada furgoneta muchas drogas duras.
De hecho, la DEA posee las direcciones exactas de las residencias donde se encontraron los narcolaboratorios, y en una revisión hecha por este diario, se encontró que en estados fronterizos como California y Texas se han desmantelado ese tipo de instalaciones en zonas con predominio de población latina. En casitas en barrios de clase media baja o en su caso, muy pobres.
En el caso de los narcolaboratorios que fueron descubiertos el año pasado en ciudades como Los Ángeles, algunas instalaciones se encontraban en South Gate y California Heights, barrios tradicionalmente latinos donde las pandillas hispanas se han aliado con cárteles mexicanos.
En otros casos, como en Houston, Texas, la liga directa con cárteles de la droga consta en documentos judiciales. Desde el 2020 se registran nexos con estructuras criminales mexicanas como el Cártel Jalisco Nueva Generación.
El cártel
En la calle de Boyd Street, en Houston, es común caminar y encontrar al paso decenas de locales con nombres que recuerdan a México. Los taquitos Aracelys, los tamales El Álamo, el restaurante Ojos Locos, las transmisiones René y cocheras repletas de tiliches que algún día sirvieron, evocan a típicos barrios mexicanos. Aunque las casas a dos tejas, los patios frontales y la ausencia de rejas recuerdan que es Estados Unidos. Un barrio de clase media baja, igual que casi todos los demás.
Ahí hay casas en tonos grises que por fuera son tan ordinarias, pero que en su interior esconden los morteros con líquidos de colores que se montan en cocinas domésticas y que después, con algo de técnica, se convertirán en pastillas.
Y todo parece inocuo hasta la llamada anónima de algún vecino estadounidense, que ve a un hombre mexicano sospechoso y supone que ahí se está fraguando algo oscuro. “Comenzó con información proporcionada a la policía por ciudadanos preocupados”, dice uno de los reportes de la policía estadounidense sobre el caso de un laboratorio clandestino operado por mexicanos.
Fue así que el 13 de noviembre cayó otro mexicano. Según información de la DEA fue en el 8201 de Boyd Street, cuando detuvieron a Eduardo León Mata, de 28 años, que fue detenido por un ex policía de migración ahora convertido en agente especial de la Agencia.
MILENIO obtuvo su expediente, rico en detalles: “‘¡Policía, orden de registro!’, gritaron, entonces un hombre hispano que llevaba un camisa granate, shorts negros y tenis. Trepó por la ventana del dormitorio ubicada en el lado sur de la casa y corrió hacia el norte, saltando sobre tres cercas de propiedades vecinas”, así se desató la persecución.
La búsqueda también reveló que, a unas casas, en el 7702 habían montado un narcolaboratorio clandestino para convertir metanfetamina líquida en metanfetamina cristalizada (también llamada “cristal”). Ese día se incautaron 86 kilos de metanfetamina.
Tal vez la revelación más importante de Eduardo Mata fue que confesó que era integrante del Cártel Jalisco Nueva Generación. Eduardo fue sentenciado a pasar solo dos años en prisión que cumple este 2023. A partir de entonces será libre.
Cruzan fronteras
Se repiten más historias de mexicanos que operan narcolaboratorios en Estados Unidos. Como la que ilustra cómo cinco mexicanos lograron ingresar a este país, específicamente a Atlanta, para construir su imperio criminal con “cocina” incluida.
Una organización de narcotráfico y lavado de dinero con sede en México dirigida localmente por Fredrico Pacheco-Romero, Carlos Martínez y Víctor Manuel Sánchez entre otros, utilizaron casas en Milton y Ellenwood, Georgia, para convertir grandes cantidades de metanfetamina líquida en metanfetamina cristalina.
Este se convirtió en un caso largo que aún continúa revelando las operaciones en un tribunal de Georgia, pero todo empezó con la intercepción de llamadas derivada de una investigación iniciada contra una organización criminal mexicana en ese estado.
En ella descubrieron cómo estos mexicanos se referían a actos como cocinar líquido, procesos de cocción y cargas de metanfetamina y cristal.
“Pacheco y su novia se atrincheraron en el baño principal. Tomó a los agentes entre 15 y 20 minutos para poder entrar al baño. Cuando lo lograron, los agentes localizaron residuos de metanfetamina alrededor del inodoro. Echaron por el baño toda la droga”, dice el expediente judicial en su contra.
Información obtenida a través de las estadísticas de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos revela que en los últimos tres años han sido incautados 539 laboratorios donde se fabricaba droga. Tan solo en el 2022 se encontraron 132 narcolaboratorios, siendo los estados de Texas y California donde se han desarticulado la mayoría de estos.
En el 2021 se encontraron 176 laboratorios clandestinos. En efecto, Texas y California encabezan la lista, pero también se encontraron instalaciones en estados como Georgia, Kansas, Kentucky, Massachusetts y Oregon. El recuento durante el año 2020 arrojó 231 laboratorios, montados, sobre todo, en casas que aparentaban ser normales.
En 2020 Robert J. Murphy, agente especial a cargo de la División de Atlanta de la DEA, resumió lo que muchos creen en Estados Unidos: que los mexicanos, al final, son la raíz de sus problemas. Pero las mismas investigaciones parecen señalar que la historia es mucho más compleja porque, como el mismo Murphy reconoció: “el narcotráfico no conoce fronteras y está impulsado por la codicia y el poder”.
cog