La canciller alemana, Angela Merkel, condenó los brotes xenófobos de las últimas semanas en un debate parlamentario sobre los presupuestos de 2019, distorsionados por los incidentes violentos de Chemnitz y Köthen.
"No hay ninguna disculpa o justificación para el odio, el uso de la violencia, las consignas nazis, la hostilidad contra personas de aspecto diferente o que tienen un restaurante judío y los ataques a policías", subrayó.
La canciller recordó que la Constitución alemana sanciona que "la dignidad humana es inviolable" y criticó cualquier tipo de discriminación: "judíos, musulmanes, cristianos y ateos forman todos parte por igual de la sociedad alemana".
De forma paralela, la canciller aseguró "entender" y "compartir" la "indignación" de muchos tras la muerte de dos alemanes -un acuchillamiento y un ataque al corazón tras una pelea- y afirmó que estos "delitos graves" deben ser investigados y que sobre los culpables debe recaer "todo el peso de la ley", tal y como la prevé el Estado de derecho.
Hasta el momento han sido detenidos a cuatro peticionarios de asilo, por esas agresiones.
Merkel empatizó especialmente con quienes se sienten "indignados" al conocer que algunos de los sospechosos de estas dos muertes -un sirio, un iraquí y dos afganos- acumulaban ya varios delitos e incluso uno debía haber sido expulsado del país.
Los políticos, prosiguió la canciller, deben "tomarse en serio" las "preocupaciones" de los ciudadanos que se sienten "aturdidos" por lo sucedido. En el gobierno alemán, agregó, son "conscientes" de sus "tareas".
A este respecto, pidió que se preserven las reglas del Estado de derecho y no sean "sustituidas por emociones".
El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), tercera fuerza en el Bundestag, ha tratado de capitalizar este malestar, sobre todo con la vista puesta en las elecciones de Baviera del 14 de octubre, y organizó una gran marcha en Chemnitz en la que se lanzaron proclamas como "extranjeros fuera" y "libre, social y nacional".
Las encuestas pronostican que AfD quedará en tercera posición, por detrás de los conservadores bávaros y los verdes, y complicará la formación de Ejecutivo en un Land donde la Unión Socialcristiana (CSU), hermanada con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, ha gobernado casi ininterrumpidamente desde los 60 con mayoría absoluta.