Los palestinos no aceptarán que Estados Unidos juegue ningún papel “de ahora en adelante” en el proceso de paz en Oriente Medio, según afirmó el presidente palestino, después de que el presidente Donald Trump reconociera Jerusalén como la capital israelí.
Mahmud Abbas ofreció un discurso en una cumbre en Turquía de jefes de gobierno y altos dignatarios de países musulmanes, en la que se espera acordar una estrategia unificada del mundo islámico contra la decisión de Trump.
Abbas calificó la decisión de Trump como un “crimen” que amenaza la paz mundial. El presidente pidió que Naciones Unidas asuma el mando del proceso de paz y cree un nuevo mecanismo, afirmando que Washington ya no es “apto” para la tarea.
El líder palestino también afirmó que los palestinos están comprometidos con una resolución pacífica del conflicto israelí-palestino, pero que tras el cambio de postura de Trump sobre Jerusalén, ya no se acepta a Estados Unidos como un negociador justo.
El discurso supuso un cambio significativo en la relación de Abbas con Estados Unidos, tras años centrándose en la buena voluntad de Washington debido a su papel como único mediador en el conflicto.
Inmediatamente después del anuncio de Trump la semana pasada, Abbas dijo que en la práctica, Estados Unidos se había descalificado como mediador, aunque su discurso contenía términos más firmes y se pronunció ante un público global.
La cumbre de la Organización de Cooperación Islámica (OIC, por sus siglas en inglés), de 57 miembros, es también una oportunidad para que el mundo musulmán ofrezca su respuesta más firme hasta ahora a la decisión de Washington.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que ahora ostenta la presidencia de la OIC, instó a los países a reconocer de forma urgente el estado palestino con Jerusalén como su capital.
Erdogan ha sido una de las voces más críticas con el gesto de Trump. En una comparecencia en la cumbre, dijo que Israel es un estado invasor y un “estado terrorista”.
La situación de Jerusalén es una pieza central del conflicto israelí-palestino, que se ha prolongado durante décadas, y el gesto anunciado por Trump el 6 de diciembre se interpretó de forma generalizada como que Estados Unidos tomaba partido por Israel.
También despertó el temor a un repunte de la violencia, ya que otras crisis en torno a Jerusalén han desencadenado enfrentamientos.
La mayoría de los países del mundo no ha reconocido la anexión israelí de Jerusalén Este en 1967. Según un asentado consenso internacional, el destino de la ciudad debe decidirse en negociaciones.
A la cumbre en Estambul también asistieron el presidente de Líbano, Michel Aoun; el rey de Jordania, Abdullah II, y ministros de alto nivel de numerosos países.
El secretario general de la OIC pidió a los países que no han reconocido a Palestina como estado que lo hagan. Yousef bin Ahmad Al-Othaimeen dijo en la cumbre que la decisión estadounidense sobre Jerusalén es “un desafío excepcional” para los países musulmanes y que avivará la violencia en la región, dando una excusa a los extremistas para sembrar el caos.
Israel considera Jerusalén su capital desde la formación del estado en 1948 y ve la ciudad como la antigua capital del pueblo judío. En la guerra de Oriente Medio de 1967, Israel capturó el sector oriental de la ciudad y después se lo anexionó, una operación que no cuenta con reconocimiento internacional.
Los palestinos también reclaman Jerusalén y quieren la parte este de la ciudad como la capital de su futuro estado. Unos 200 mil palestinos viven en esa parte de la ciudad, y los palestinos defienden una profunda conexión cultural, histórica y religiosa con la ciudad.
El centro histórico, situado en Jerusalén Este, alberga lugares sagrados para judíos, cristianos y musulmanes. Esto incluye el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado donde pueden orar los judíos, y la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam.