La influyente Iglesia católica de Filipinas pidió que se acabe con la "pérdida de vidas humanas" tras una sangrienta semana en la que la guerra contra la droga, librada por el presidente Rodrigo Duterte, provocó la muerte de decenas de personas.
Desde que Duterte llegó al poder, en junio del año pasado, lleva a cabo una campaña sin precedente contra las drogas. La policía y presuntos milicianos mataron a miles de personas.
Las operaciones policiales han dejado en la última semana al menos 76 personas muertas a balazos, según las autoridades. Grupos defensores de los derechos humanos y legisladores han condenado las operaciones calificándolas de "matanzas".
Ayer, la autoridad eclesiástica de Filipinas, país mayoritariamente católico, expresó su preocupación por el número de muertes.
"Apelamos a la conciencia de quienes matan incluso a los indefensos [...] para que se ponga fin a la pérdida de vidas humanas" afirmó el cardenal de Manila, Luis Tagle, en un comunicado leído en las misas en la capital.
A Tagle se sumó el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo Socrates Villegas, para denunciar las muertes y pidió que doblaran las campanas de las iglesias cada noche durante tres meses como "un llamado para que cese este consentimiento frente a los asesinatos", afirmó.
Indicó que las campanas tañerán durante 15 minutos al día en toda su diócesis a partir de esta semana.
En 14 meses, la policía ha confirmado haber abatido a más de 3 mil 500 personas calificadas oficialmente como "personalidades de la droga".
Además, otros 2 mil sospechosos han resultado muertos a manos de desconocidos, según la Policía. Pero los defensores de los derechos afirman que estos asesinatos han sido cometidos por milicianos o policías que actuaban de forma oficiosa.