El presidente de Colombia, Gustavo Petro, afirmó el 20 de agosto frente al nuevo alto mando militar que las tropas deben prepararse para ser un ‘ejército de paz’, tras décadas de conflicto interno que su gobierno quiere extinguir mediante negociaciones con grupos armados.
En una ceremonia celebrada en una escuela de cadetes en el norte de Bogotá, Petro fijó un nuevo rumbo para las Fuerzas Armadas, que por primera vez juraron lealtad a un exguerrillero.
El primer mandatario de izquierda de Colombia, que se rebeló en armas en los setenta contra el Estado antes de firmar la paz en 1990, avisó a las tropas que deben cambiar la concepción de guerra ante su decisión de dialogar con el ELN, la última guerrilla reconocida en Colombia, y plantear acuerdos con los demás grupos para que cesen la violencia a cambio de beneficios penales.
"Se trata de cambiar la concepción misma, lo que se le demanda por parte del pueblo colombiano, es un ejército que empiece a prepararse para la paz, que termine, ojalá si lo logramos, como un ejército de paz", declaró Petro en presencia de la nueva cúpula de las Fuerzas Armadas, que nombró el 12 de agosto.
Con la designación de los nuevos mandos, Petro precipitó de manera inédita el retiro de una treintena de generales del Ejército y la Policía.
El gobernante enfatizó que su mayor reto es levantar los pilares fundamentales de una paz que se vuelva definitiva, tras lo que llamó una violencia permanente y una guerra perpetua.
Petro recibió el reconocimiento como comandante en jefe de 228 mil militares y 172 mil policías que sumados componen las fuerzas armadas más numerosas del continente después de las de Brasil.
A lo largo de décadas, Estados Unidos ha destinado millonarios recursos en su instrucción y equipamiento contra el narcotráfico y los grupos rebeldes.
MQ