QUITO (AP) — Cuando la policía diplomática ingresó a la embajada de Ecuador en Londres para sacar a Julian Assange tras ser notificado del final de su asilo, entre algunos quedó una duda en el aire: ¿qué paso con su gato?
El felino de pelaje atigrado y de nombre James se volvió una sensación mediática porque solía aparecer en las ventanas de esa misión diplomática. Fue un regalo de los hijos del activista y lo acompañó desde mediados de 2016. Sin embargo, también se convirtió en parte de las divergencias entre el asilado y las autoridades ecuatorianas debido a que las dimensiones de las oficinas ecuatorianas no eran las más adecuadas para tener una mascota.
Una serie de elucubraciones recorrieron los corazones de los animalistas de América y Europa, pero todo quedó resuelto cuando el canciller ecuatoriano José Valencia, consultado acerca del asunto, respondió que el felino fue entregado a familiares del activista australiano a finales del año pasado.
Una serie de elucubraciones recorrieron los corazones de los animalistas de América y Europa, pero todo quedó resuelto cuando el canciller ecuatoriano José Valencia, consultado acerca del asunto, respondió que el felino fue entregado a familiares del activista australiano a finales del año pasado.
El mediático gato, que tenía su propia cuenta de Twitter, solía aparecer muy elegante en las ventanas de la embajada con un cuello de camisa blanco y corbata roja a rayas con un porte de un funcionario más de la representación ecuatoriana.
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