NUEVA YORK.- El último testigo de la fiscalía estadunidense, un ex militar de nombre Isaías Valdez Ríos al que apodaban Memín, narró atroces crímenes que, según su testimonio, fueron cometidos por El Chapo, Joaquín Guzmán Loera.
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Los asesinatos, cometidos en 2006 y 2007, fueron contra miembros del cártel de los Arellano Félix y de Los Zetas, en ese momento en pugna con el cártel de Sinaloa.
Memin dijo que vio cómo una noche pistoleros de El Chapo llevaron en la caja de una camioneta todo terreno a los dos sicarios zetas previamente torturados y con las extremidades rotas.
Gente de Dámaso López los había capturado en El Dorado y enviado "como regalo" a su jefe, El Chapo Guzmán.
Luego El Chapo y El Bravo, uno de sus pistoleros, subieron a la camioneta y la acomodaron de tal forma que los torturados pudieran ver una pila ardiente encendida previamente.
Mientras sus empleados tiraban los cuerpos al piso, El Chapo cargó su escopeta y apuntó a la cabeza de uno de ellos. "¡A chingar a tu madre!", dijo mientras accionaba el gatillo.
Luego hizo lo mismo con el otro. Después, Guzmán Loera ordenó a sus gatilleros que echaran los cuerpos a la hoguera.
Valdez Ríos, quien trabajó como custodio en uno de los círculos de seguridad del líder del cártel de Sinaloa, dijo que presenció cómo toda la madrugada se alimentó el fuego y al amanecer se trituraron los huesos restantes.
En el caso del miembro de los Arellano Félix, lo torturaron con una plancha al grado de que su ropa se le pegó a la piel.
El Chapo y otros miembros lo llevaron atado y con los ojos vendados a un panteón, y ahí el hoy acusado le disparó y aventó a una fosa previamente cavada. Ahí el propio Memín y otro gatillero bajaron al hueco a recuperar las esposas y se dieron cuenta de que la bala aún no hacía su trabajo, pues el hombre aún trataba de jalar aire. Aún así obedecieron órdenes y comenzaron a echarle tierra.
A partir del lunes 28 se presentan los testigos invitados por la defensa, con la difícil encomienda de buscar cambiar la imagen que el jurado tiene ahora de Joaquín Guzmán Loera.
ABM