FLAGSTAFF. — Sharon Bahe estableció su hogar en la Nación Navajo como refugiada, colocando ramas de cedro y quemando salvia para purificar el espacio y orando por protección para sí y para sus hijos, incluyendo un bebé con asma.
Su comunidad de unos 500 en el norte de Arizona se ha vuelto un foco del nuevo coronavirus, con varios casos confirmados. Mientras que otros niños juegan al aire libre, ella les ha dicho a los suyos que no pueden “hasta que se vaya el virus”.
Funcionarios de la Nación Navajo, la mayor reservación de indígenas norteamericanos, amplió el viernes una orden de quedarse en casa de Chilchinbeto a toda la reservación: Ningún visitante puede entrar y los residentes no pueden dejar sus casas excepto para tareas esenciales, incluyendo buscar alimentos y medicina.
La orden es una de las más estrictas hasta ahora en un territorio indígena, aunque las tribus en todo Estados Unidos se han estado preparando desde hace semanas en medio de preocupaciones de que el brote pudiera abrumar con rapidez un sistema de salud sistemáticamente carente de fondos y afectar a una población que sufre desproporcionadamente de cáncer, diabetes y algunas enfermedades respiratorias.
Ellos han cerrados casinos, hoteles y destinos turísticos a menudo sus principales fuentes de ingresos y les recordaron a los ciudadanos sobre la resistencia de sus antepasados.
“Las tribus son realmente grandes familias de muchas maneras “, dijo Matthew Fletcher, profesor de Derecho en la Universidad Estatal de Michigan. “Las amenazas a tu familia son algo que tratas muy seriamente”.
Los ancianos tribales, reverenciados por sus conocimientos y su guía cultural, son la mayor preocupación, y hay numerosos esfuerzos de ayuda y atención en la Nación Navajo, que abarca tres estados en el suroeste estadounidense.
Muchas familias allí viven a kilómetros de distancia en casas que albergan a numerosas generaciones, pero carecen de electricidad, agua corriente e internet confiable.
Un paquete federal de fondos en respuesta al virus incluyó 40 millones de dólares para las tribus para epidemiología, preparativos de salud púbica, control de infecciones, educación y otras cosas.
Pero el dinero no les ha llegado aún a las tribus porque no existen los mecanismos para que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades se los provean al Servicio de Salud de los Indios, la agencia responsable por brindar atención médica a los indígenas estadounidenses.
Las tribus y organizaciones tribales administran algunos hospitales bajo contrato federal.
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FLAGSTAFF. — Sharon Bahe estableció su hogar en la Nación Navajo como refugiada, colocando ramas de cedro y quemando salvia para purificar el espacio y orando por protección para sí y para sus hijos, incluyendo un bebé con asma.
Su comunidad de unos 500 en el norte de Arizona se ha vuelto un foco del nuevo coronavirus, con varios casos confirmados. Mientras que otros niños juegan al aire libre, ella les ha dicho a los suyos que no pueden “hasta que se vaya el virus”.
Funcionarios de la Nación Navajo, la mayor reservación de indígenas norteamericanos, amplió el viernes una orden de quedarse en casa de Chilchinbeto a toda la reservación: Ningún visitante puede entrar y los residentes no pueden dejar sus casas excepto para tareas esenciales, incluyendo buscar alimentos y medicina.
La orden es una de las más estrictas hasta ahora en un territorio indígena, aunque las tribus en todo Estados Unidos se han estado preparando desde hace semanas en medio de preocupaciones de que el brote pudiera abrumar con rapidez un sistema de salud sistemáticamente carente de fondos y afectar a una población que sufre desproporcionadamente de cáncer, diabetes y algunas enfermedades respiratorias.
Ellos han cerrados casinos, hoteles y destinos turísticos a menudo sus principales fuentes de ingresos y les recordaron a los ciudadanos sobre la resistencia de sus antepasados.
“Las tribus son realmente grandes familias de muchas maneras “, dijo Matthew Fletcher, profesor de Derecho en la Universidad Estatal de Michigan. “Las amenazas a tu familia son algo que tratas muy seriamente”.
Los ancianos tribales, reverenciados por sus conocimientos y su guía cultural, son la mayor preocupación, y hay numerosos esfuerzos de ayuda y atención en la Nación Navajo, que abarca tres estados en el suroeste estadounidense.
Muchas familias allí viven a kilómetros de distancia en casas que albergan a numerosas generaciones, pero carecen de electricidad, agua corriente e internet confiable.
Un paquete federal de fondos en respuesta al virus incluyó 40 millones de dólares para las tribus para epidemiología, preparativos de salud púbica, control de infecciones, educación y otras cosas.
Pero el dinero no les ha llegado aún a las tribus porque no existen los mecanismos para que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades se los provean al Servicio de Salud de los Indios, la agencia responsable por brindar atención médica a los indígenas estadounidenses.
Las tribus y organizaciones tribales administran algunos hospitales bajo contrato federal.
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