Estambul. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, inauguró ayer en Estambul un nuevo aeropuerto, llamado a convertirse según el gobierno en “el más grande del mundo”, y símbolo de los megaproyectos de infraestructuras que transformaron Turquía desde su llegada al poder.
“Espero que el aeropuerto (...) será beneficioso para nuestra región y para el mundo”, declaró Erdogan durante una pomposa ceremonia, añadiendo que su nombre será Estambul.
“Estambul no solo es el nombre de la mayor ciudad de nuestro país, también de su marca más importante (...) Es por ello que hemos dado el nombre de Estambul a esta gran obra”, precisó el mandatario.
Dirigentes de países de los Balcanes y de Asia Central, así como el emir de Catar, jeque Tamim bin Hamad Al Thani, y el controvertido presidente de Sudán, Omar el Bashir, acusado de genocidio por la Corte Penal Internacional, estuvieron presentes en la ceremonia.
La nueva infraestructura, que sustituirá al aeropuerto internacional Atatürk, saturado, tendrá en un primer momento capacidad para 90 millones de pasajeros al año. Así, pasará a formar parte de los cinco primeros aeropuertos mundiales.
Erdogan siguió de cerca su construcción, en la orilla europea de Estambul, cerca del mar Negro, marcada por los retrasos y por una huelga de los obreros, que pedían mejores condiciones de trabajo.
El proyecto se enmarca en la voluntad del presidente turco de hacer de la otrora capital del Imperio Otomano una encrucijada entre tres continentes: Europa, Asia y África.
El acto de este lunes, sin embargo, no deja de ser simbólico, para que coincida con el 95º aniversario de la República Turca.
La construcción, que se realizó a marchas forzadas, lleva retraso y el nuevo aeropuerto no estará plenamente operativo hasta después del próximo 29 de diciembre.
Hasta entonces, solo operarán cinco vuelos diarios, por lo que el aeropuerto Atatürk seguirá abierto. La transición de dos meses permitirá probar el aeropuerto e “identificar los puntos que se puedan mejorar”, explicó Kadri Samsulnu, presidente de IGA, la empresa que gestiona el aeropuerto.
Cuando terminen las cuatro fases de construcción y de expansión, hacia 2028, el aeropuerto tendrá seis pistas y dos terminales en un gigantesco espacio de 76 km cuadrados, según IGA.
El nuevo aeropuerto podrá acoger entonces hasta a 200 millones de pasajeros al año. Es decir, casi el doble que el aeropuerto estadunidense de Atlanta, que ocupa en la actualidad el primer puesto, con 103.9 millones.
El edificio, que costó 10 mil 500 millones de euros, es de tipo futurista, con numerosas paredes acristaladas, líneas curvas y equipos de última generación.
El traslado de los equipos del aeropuerto Atatürk al nuevo sitio supondrá un verdadero reto, una operación que durará 45 horas a finales de diciembre.
Turkish Airlines, emblema de la economía turca, llevará a cabo el miércoles el primer vuelo comercial del nuevo aeropuerto, con destino a la capital del país, Ankara, y espera ampliar su oferta gracias a la nueva infraestructura.
Junto con el tercer puente sobre el Bósforo y el túnel bajo el mismo estrecho -inaugurados en 2016- el aeropuerto forma parte de los grandes proyectos de infraestructuras ardientemente defendidos por Erdogan, que quiere transformar Turquía para el centenario de la República, en 2023.
Pero, ¿a qué precio? La construcción del aeropuerto no estuvo exenta de polémica, principalmente por su impacto en el medio ambiente.
El mes pasado, fue la situación de los cerca de 34 mil obreros que trabajan a contrarreloj en el sitio lo que generó críticas.
Varios cientos de ellos fueron detenidos después de que se manifestaran para que se mejoraran sus condiciones laborales y denunciar los retrasos en el pago de salarios. La mayoría de los obreros fueron absueltos, pero una veintena sigue arrestada.
Según IGA, 30 empleados murieron en la construcción del aeropuerto Estambul desde que empezaran las obras. Una cifra altamente subestimada, según los sindicatos.
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Gokan Gunes-AFP