En el norte de Europa, este verano se vive como una versión moderna de las plagas bíblicas. Las vacas mueren de sed en Suiza, los incendios devoran los árboles de Suecia y el majestuoso glaciar Dachstein de Austria se derrite.
En Londres, las tiendas se están quedando sin ventiladores y aires acondicionados. En Groenlandia, un iceberg podría romperse en pedazos tan grandes como para dar pie a un tsunami que destruya los asentamientos costeros. A finales de julio, el pico más alto de Suecia, la montaña Kebnekaise, dejó de ocupar el primer lugar porque su punta glaciar se derritió.
En el sur de Europa hace incluso más calor. Las temperaturas en España y Portugal superaron los 44 grados Celsius el fin de semana. El sábado varios lugares en Portugal presentaron máximas récord y, la semana pasada, dos personas murieron en España debido a las altas temperaturas y una más en Portugal.
Sin embargo, las temperaturas han sido más extremas en las latitudes más septentrionales, donde el clima se está calentando a mayor velocidad que el promedio mundial, de acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford y la red World Weather Attribution.
Al analizar los datos de siete estaciones climáticas en el norte de Europa, los investigadores encontraron que, mientras más cerca estuviera una comunidad del círculo polar ártico, mayor era el calor de este verano con temperaturas récord.
Varias ciudades y pueblos en Noruega, Suecia y Finlandia han alcanzado máximas históricas y hubo pueblos extremadamente al norte, casi sobre el mismo círculo polar ártico, que registraron temperaturas cercanas a los 32 grados Celsius.