ESPECIAL. — Casi 37 mil estadounidenses murieron de COVID-19 en noviembre, la mayor cantidad en un mes desde los primeros días de la pandemia, hundiendo a las familias en el dolor, saturando las páginas de obituarios en los periódicos de pequeñas localidades y poniendo a prueba la capacidad de las morgues, funerarias y hospitales.
Durante el resurgimiento, los estados han comenzado a abrir hospitales temporales para lidiar con el flujo de pacientes que está llevando al límite al sistema de salud y a sus empleados. Los hospitales usan morgues móviles, y los funerales son transmitidos en vivo por internet o se realizan servicios para que las personas acudan desde sus vehículos.
Los funcionarios de salud temen que la crisis empeore aun más en las próximas semanas, después de que muchos estadounidenses ignoraron las recomendaciones de quedarse en casa durante el Día de Acción de Gracias y de evitar estar en contacto con personas con las que no viven.
“No tengo ninguna duda de que veremos un aumento de muertes… y es una situación terrible y trágica en la cual estar”, dijo Josh Michaud, director asociado de política de salud global en la Kaiser Family Foundation. “Serán un par de semanas muy oscuras”.
La cifra de noviembre estuvo muy por debajo de las 60.699 muertes registradas en abril, pero peligrosamente cerca del segundo mayor total de 42.000 en mayo, según datos compilados por la Universidad Johns Hopkins. Los fallecimientos se habían reducido a apenas por arriba de 20.000 en junio después de que los estados cerraran muchos comercios y ordenaran a la población a quedarse en casa.
La situación de rápido deterioro es particularmente frustrante porque podrían pasar semanas antes de que se distribuya la vacuna, dijo Michaud.
En el Mercy Hospital Springfield en Missouri, se volvió a usar una morgue móvil adquirida en 2011 después de que un tornado atravesara la cercana ciudad de Joplin y matara a unas 160 personas. El domingo, ahí estuvieron dos cadáveres hasta que llegaron empleados de una funeraria.
En el cementerio Bellefontaine en San Luis, los entierros aumentaron aproximadamente en una tercera parte este año y los restos cremados de unas 20 personas siguen almacenados a la espera de que sus familiares encuentren un momento más apropiado para llevar a cabo los servicios funerarios. Entre los muertos hay unos cónyuges de unos 80 años que sucumbieron a COVID-19 con cinco días de diferencia.
El 15 de noviembre, el periódico Minneapolis Star-Tribune tenía 10 páginas y media de obituarios.
En Worcester, Massachusetts, la Guardia Nacional transportó catres, suministros médicos, mesas y otros artículos necesarios para operar un hospital temporal con 250 camas en caso de que los centros médicos del estado se saturen.
Rhode Island abrió dos hospitales temporales con un total de más de 900 camas. Los hospitales regulares del estado llegaron al límite de su capacidad el lunes. En la ciudad de Nueva York, el epicentro del brote en Estados Unidos hace unos meses, reabrió la semana pasada un hospital temporal en Staten Island. Wisconsin tiene otro en West Allis listo para recibir pacientes. Un hospital en Nevada fue agregado a la capacidad de camas de hospitales en un estacionamiento adyacente.
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