Las autoridades penitenciarias de Honduras frustraron un intento de introducir mariguana mediante un mecanismo que, al menos oficialmente, hasta ahora no se conocía: oculta en una veintena de palos de escoba, huecos.
El alucinógeno fue decomisado el domingo en una cárcel denominada de "máxima seguridad", conocida como "El Pozo I", en el municipio de Ilama, departamento occidental de Santa Bárbara, según un comunicado del Instituto Nacional Penitenciario (INP) difundido este lunes.
Las personas que intentaron introducir la mariguana a la prisión no fueron identificadas por las autoridades del INP, pero según la versión oficial, la hierba seca iba a ser entregada "a personas privadas de libertad, pertenecientes a una organización criminal".
"Al momento de la revisión de las escobas pudimos detectar que estas venían huecas del palo de madera y en su interior venía relleno de mariguana", indicó el subdirector del INP, German McNiel.
Los rigurosos controles de seguridad del INP en las cárceles permitieron descubrir que los palos de escoba decomisados eran huecos y en su interior llevaban un pedazo de manguera de plástico negro en el que iba oculta la droga, según el INP.
Quienes pretendían introducir la droga quizás nunca se imaginaron que en la rigurosa revisión hecha por los guardias penitenciarios serían quebrados los palos de escoba que, al final, ni sirvieron para barrer, ni como correo para los reclusos que los esperaban.
El caso de los palos de escoba para intentar meter droga a una cárcel se suma a otro más reciente no menos extraño, a través de dos rimeros de tortillas de maíz, en medio de los cuales iban varios envoltorios de plástico conteniendo marihuana.
Las autoridades descubrieron que las tortillas del medio eran solamente aros en los que iban ocultos los envoltorios de plástico con la mariguana.
El caso de las tortillas con aros se registró a inicios de enero en el presidio de la ciudad de Santa Rosa de Copán, departamento de Copán, en el occidente de Honduras.
Según el INP, en 2018 fueron detenidas al menos una decena de mujeres que intentaron introducir drogas en varias cárceles, la que algunas la llevaban oculta "en sus partes íntimas", otras en ropa de niño, el cabello y hasta en una olla de sopa.