América derrotó a Pumas en el Clásico Capitalino, partido donde las tribunas se llenaron de pasión, generando caos y exhibiendo las falencias de los sistemas de acceso a los estadios. 'Las Águilas' se impusieron 1-0 con un penal polémico. Con este triunfo, los dirigidos por André Jardine se trepan en la cima de la tabla general.
Si hay un encuentro que demuestre la pasión de dos equipos, de dos ideologías, de dos amores bien distintos es el Clásico Capitalino, un juego eléctrico cuando los dos clubes viven un buen momento, porque se juega a corazón abierto en la cancha y en las tribunas. América y Pumas son dos religiones que desbordan pasión.
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Y en la cancha se nota esa rivalidad, esas ganas de querer vencer a los jugadores de uno y otro club los estimula este compromiso. En el Azteca se cruzaron dos instituciones que buscan salir airosos.
El partido fue de ida y vuelta, con aciertos y errores, con emociones y hasta polémica, porque América anotó primero, pero el festejo azulcrema se apagó porque el VAR llamó al árbitro, Víctor Cáceres, se revisó una patada de Henry en la cabeza de Monroy y la anotación fue anulada, pero los azulcrema también reclamaron un pisotón previo del defensa unamita.
Pumas no se escondió, aunque la verdad es que le costó más la elaboración de jugadas, no fue tan eléctrico, se tomaba su tiempo cuando tenía la pelota. Se organizó bien en medio campo y en defensa, consciente de que son de las mejores líneas que tienen los Azulcremas.
Los universitarios trataban con el Chino Huerta, pero el volante estuvo bien custodiado y su vértigo no fue efectivo como en otras ocasiones o le falló el último toque para tratar de encontrar a algún compañero. Un tiro del Toro Fernández que se fue desviado fue lo más peligroso que tuvieron los universitarios, que se tuvieron que reorganizar por una lesión de Caicedo que hizo que Mohamed cambiara la idea que tenía de su equipo.
Y América, que tenía y movía la pelota, pero sin progresar en ataque y cuando Brian pudo hacerlo en el tiempo de compensación, el uruguayo se topó con Julio González, quien rechazó su tiro. El primer tiempo tuvo muchos pulmones, pero no tantas emociones. Faltaba el gol que encendiera la tribuna.
El complemento no bajó la intensidad, fue un juego físico en el que ninguno arrugó, nadie renunció a la lucha cuerpo a cuerpo, fue un examen de carácter y todos lo estaban aprobando, pero en lo futbolístico el partido no terminaba de encender. Leo Suárez puso la pelota en el travesaño, se frustraba el festejo americanista.
Un despiste en la defensa de Universidad, dejó a Cabecita en posición de gol, Julio González lo trabó, aunque el árbitro dijo que no había nada, el VAR lo llamó y marcó el penal. El charrúa lo ejecutó, Julio detuvo, pero el rebote salió favorable para el americanista que la cabeceó al fondo al 76’.
América por delante y ahora se esperaba el arrebato de Universidad. Mohamed mandó a Dinenno, apretó los dientes el cuadro universitario, pero el reloj ya iba en su contra. La reacción de Pumas no fue tan agresiva y el temple de las Águilas en defensa fue más eficaz y con eso se llevaron un triunfo que los pone como el mejor equipo del torneo.
AM