Puebla. El domingo 19 de diciembre de 2010, ocurrió una serie de explosiones en dos ductos de la estación de bombeo número 7 de PEMEX, en el municipio de San Martín Texmelucan, dejando un saldo de 30 muertos, 52 heridos, 32 casas totalmente destruidas y 83 más con daños parciales, así como una veintena de vehículos calcinados en un radio de tres kilómetros.
Aquel terrible accidente que dejó una amplia zona de devastación, fue el resultado de cinco explosiones, la primera y más potente ocurrió a las 05:50 horas, consecuencia del derrame de petróleo crudo con gas asociado sobre un kilómetro del Río Atoyac, resultado de la fuga en una toma clandestina de combustible.
De acuerdo con información oficial de Petróleos Mexicanos (Pemex), en 2018, San Martín Texmelucan se posicionó en el primer lugar de municipios con tomas clandestinas al registrar 828, es decir, un 173 por ciento más en comparación con el 2017 cuando hubo 303 reportes.
Y a pesar del tamaño de la tragedia en San Martín Texmelucan, en la zona del llamado Triángulo Rojo, conformado por los municipios de Palmar de Bravo, Tepeaca, Acatzingo, Acajete, Tecamachalco y Quecholac, el negocio se ha vuelto tan próspero que ha ido sumando a población civil, que hace labores de vigilancia (‘halcones’), al tiempo que esta los defiende, pues han llevado bonanza a sus comunidades.
Aún y cuando el accidente en Texmelucan sucedió hace 9 años, el riesgo de que se repita es latente en el estado de Puebla, pues el robo de combustible se ha multiplicado de manera alarmante y las tomas clandestinas ‘desangran’ los 9 mil kilómetros de tuberías de Pemex, que recorren el subsuelo del país.
INFORMACIÓN: MILENIO Y TELEDIARIO DIGITAL