Al interior del albergue de la Casa Indi, una señora con extraordinario desparpajo y sentido del humor, convive con otro grupo de haitianos y haitianas. Sentada en una banca comenta que en todo el día no ha hecho nada mientras trata de "aplacar" a gritos a su pequeño hijo que juguetea por el patio.
Ella es Violene Marseille, mujer de 36 años originaria de Puerto Príncipe, la capital de la Isla hace no mucho devastada por un terremoto de 7.2 grados de magnitud y el magnicidio del presidente Jovenel Moise.
En un español sorpresivamente fluido, explica que huyó de la violencia en Haití hace no mucho, saliendo por aire hacia Panamá, donde tuvo que cruzar las montañas caminando por ocho días, para después subirse a un autobús tras otro a través del Triángulo Norte.
"Tomando un avión a Panamá, de ahí ocho días caminando por la montaña, me asaltaron, se llevaron todas mis cosas, me violaron, todo", mencionó sobre el duro sendero hacia México.
"Después tomé el bus hasta llegar a Tapachula (Chiapas), de ahí dos meses caminando y en autobús", agregó Marseille sobre su llegada a Monterrey.
La mujer tenía en Haití un próspero negocio donde ponía uñas artificiales y lavaba el pelo, sin embargo, la turbulencia social, política y por ende de violencia, también arrasó con su progreso de tajo y la forzó a exiliarse en un trayecto sin destino final.
A pesar de eso, ahora con dos meses en México y unos cuantos días en Monterrey, Violene dice querer quedarse en el país, y de ser posible, poner su propio negocio, pues considera que trabajar para alguien sería sinónimo de recibir mala paga.
Dejó atrás una vida de oscuridad y tragedia en la Isla, pues entre aspavientos, relató que uno de sus tres hijos murió durante el terremoto de 2010, hecho que la cimbró, sin embargo, recalca, a partir de la muerte del presidente Moise, la violencia en aquel territorio se disparó.
Además de haber sido emprendedora, también fue personal sanitario en su país, por lo que dice que la pandemia del covid-19 fue en principio una preocupación personal, aunque luego de tratar con diferentes enfermos del virus, esa inquietud le sobró en su viaje junto a una masiva caravana que levantó cuestionamiento en su paso por México, específicamente por una posible propagación del SARS-CoV-2.
Posando para la prensa, la mujer expresó que tanto ella como sus compatriotas solo buscan una vida con más oportunidades y mayor bienestar para sus familias, al tiempo en que se mostró dudosa de si la gente en Monterrey la recibiría bien.
"El haitiano que llega aquí busca una vida mejor, no sé si las personas de Monterrey pueden darme un buen trato", subrayó.
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