MONTERREY.- Se dice que la esperanza es lo último que muere y así ocurrió para doña Ramona.
Ella literalmente vive de la fe. Su casa se ubica a escasos metros del Templo a San Judas Tadeo, ubicado en la calle del Centro de Monterrey.
Este año sin duda fue una recompensa contra el calvario que fue el 2020.
Contrario al año en que llegó la pandemia, en este 2021 las calles lucieron como es habitual. Incluso hubo quienes pensaron que la vida había regresado a la normalidad.
Para Ramona, la llegada de los fieles significa que la economía alrededor de la fe no solo puede sostener familias enteras, sino que parece que el sol vuelve a salir para quienes instalan algún puesto comercial con la llegada de la fiesta de San Judas Tadeo.
Las familias regresaron para agradecer al santo patrono de las causas perdidas aquellos milagros que pueden ir desde una petición imposible hasta el hecho de sobrevivir a la pandemia.
Juegos de feria, carrusel, tiro al blanco, además de churros y cenas de antojitos mexicanos volvieron a pintar de colores y sonidos las calles aledañas al Templo. Los fieles hicieron el resto con danzas de matachines que al compás de la música mostraban con fervor aquellos pasos que permanecieron guardados desde hace dos años.
Aunque la mayoría portaba con el cubrebocas, muchos otros no, por lo que reconocen es un riesgo durante la contingencia.
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