La llegada de lo que algunos comerciantes ambulantes señalan como una " sobrepoblación" de restaurantes y bares al distrito Colón, trajo consigo el poner a prueba la astucia de quienes por años dominaron el mercado de los alimentos preparados por las noches.
Por casi 30 años, la familia Silva Torres ha ofrecido Tamales de rojo, verde, frijoles y dulce afuera de la Catedral del Carmen. En este sitio señalan que las ventas han caído en 30 por ciento desde hace aproximadamente dos años.
"Renovarse o morir" es la frase que Selina Patricia Silva Torres y su hermano Enrique adoptaron para garantizar la venta de los tamales contra una cultura gastronómica adoptada de otros países como los hot dogs, las hamburguesas, los platillos de carne preparados y otros platillos que invadieron la zona.
Defender un producto nacional como el tamal ha costado el innovar con nuevas recetas como el tamal de maíz y el atole de galleta, alimento que según Selina han creado para buscar mantener una clientela no solo de temporada de frío, también de todo el año.
Pese a que aseguran que los laguneros son tamaleros, reconocen que la competencia es constante, pues alimentos como los famosos "burritos", son una industria que va en crecimiento con la que deben competir día a día.
Por lo pronto, la cazuela de los tamales, el atole y el champurrado seguirán despidiendo vapor hasta que el último cliente mitigue su antojo.