CIUDAD DE MÈXICO.- El 22 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio se sentía feliz en Culiacán, Sinaloa. Manuel Camacho Solís se había bajado de la contienda para la candidatura del PRI a la Presidencia de la República y con ese sentimiento viajó a La Paz, Baja California, donde pernoctó.
Víctor Palma, su fotógrafo personal, relató que un día después, como todas las mañanas, el originario de Magdalena de Kino, Sonora, se levantó a correr, para luego hacer campaña en Baja California.
Quien en ese momento fuera director de fotografía del PRI, relató que al llegar al estado, Colosio se subió en un auto y lo llevaron a una colonia que no estaba programada que visitara: Lomas Taurinas.
El fotógrafo, quien hoy cuenta con 40 años de experiencia, narró que "el candidato" no podía caminar porque la gente quería hablar con él, tocarlo, decirles lo mal que estaban... que necesitaba ayuda.
Comentó que, como pudo, Colosio Murrieta llegó hasta una camioneta donde ofreció su discurso.
A la espera de que hubiera un buen ángulo para tomar una panorámica, el fotógrafo escuchó que le habían disparado a Colosio y se fue corriendo para ver qué pasaba; sin embargo, llegó a un tumulto en donde se encontraba “el que supuestamente lo había hecho, después supimos que se llamaba Mario Aburto”.
"Había mucha confusión, todos gritaban, y no quitaban la música -La Culebra, de Banda Machos-, como pudieron se lo llevaron al Hospital (General de Tijuana), a mí me pidieron todos los rollos que tenía, se los di y me fui al hospital", explicó.
En el nosocomio, refiere, ya estaba un helicóptero listo para trasladarlo a San Diego, pero como a las 7 de la noche Liébano Sáenz, secretario de Información y Propaganda de la campaña presidencial, salió a decir que Luis Donaldo había muerto.
Más tarde, Víctor Palma logra entrar al quirófano donde se encontraban los restos mortales del sonorense, quien apenas mes y medio antes había cumplido 44 años. "Me quitaron las dos cámaras que traía, las pusieron en una caja, me metieron por otro lado, me dieron otra cámara y comencé a trabajar.
El Estado Mayor ya no estaba, se desentendió y se tuvo que quedar un grabador del PRI, se quedó a cuidar la puerta del quirófano", contó. Además, apuntó, como ya no había una autoridad superior, él recogió las pertenencias de Luis Donaldo, tocó una puerta y se las entregó al Mayor, Germán González Castillo.
"Él estaba en ese cuarto con Diana Laura (Riojas, esposa de Colosio), le dije que le entregaba las cosas del candidato, las recibió y cerró la puerta. Me salí del quirófano y salí del hospital", dijo.
MC