CIUDAD DE MÉXICO- La calle de Francisco I. Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, el principal corredor comercial en América Latina es transitada por miles de personas al día, quienes disfrutan de sus tiendas y de sus monumentos históricos, pero hay una pieza arqueológica que normalmente pasa desapercibida pese a que está en la vista de todos.
En la esquina con la calle Motolinia se encuentra una cabeza de león, la cual fue una pieza clave para muchos historiadores, pues da cuenta de la altura a la que llegó el agua el 21 de septiembre de 1629 cuando cayó una lluvia torrencial en la capital, la cual fue cerca de dos metros, y dejó más de 30 mil muertos.
Se relata que del 21 al 24 de septiembre no paró de llover y este fenómeno se le conoció como el diluvio de San Mateo en honor al santo de aquel día.
En ese siglo, la Ciudad de México se encontraba rodeada por cinco lagos, los cuales se desbordaron provocando la inundación y los cuales eran el lago de Texcoco, el de Zumpango, Xaltocan, Xochimilco y el Lago de Chalco.
Pese que a diario pasan cerca de 350 mil personas en este corredor principal de Francisco I. Madero. En ocasiones esta cabeza de león queda desapercibida por los miles de turistas que acuden aquí en el centro histórico de la capital.
lvm