El calendario marcaba el día 7 en el poblado de Cajititlán, Jalisco; comenzaba el día emblemático para que feligreses católicos celebraran a los Santos Reyes de Oriente.
Desde tempranas horas, miles de personas vistaron el altar de las tres imágenes peregrinas para agradecer los milagros que cada uno tenía en mente.
"A mi el doctor me dijo que yo tenía cáncer en mi estómago y para honra y gloria de nuestro Dios y nuestros Santos Reyes, estamos bien aquí, estamos adorando a ese Niño Dios, junto a los Santos Reyes", contó María.
Mientras tanto, otras familias daban la recepción en el atrio parroquial con la típica repartición de rosca, tamales y chocolate caliente, a la espera de que iniciara la procesión.
En punto de las 9:30 de la mañana, el recorrido partió con los Santos Reyes revestidos con trajes abrillantados, custodiados por músicos y danzantes que los festejaban al ritmo de la tambora.
Con rostros de ilusión y esperanza, centenares de creyentes practicaron el tradicional arrodillado bajo los pies de las figuras, con el fin divino de obtener la curación de enfermedades, así como recibir su bendición durante el nuevo año.
Incluso hubo quienes se caracterizaron de los mismísimos Reyes Magos para cumplir una manda, como Raquel, quien estuvo muy enferma, por lo que su mamá prometió ataviarla como uno de los santos si se recuperaba.
Luego de dos horas y media de peregrinación, los Santos Reyes emprendieron el viaje en barco por toda la extensa laguna para otorgar a los pobladores el milagro de un favorable temporal de lluvias.
Una vez concluido el milagroso recorrido acuático, el sacerdote de la parroquia ofició una misa dedicada a los Santos festejados. La devoción era latente, pues desde el atrio hasta el altar no cabía ni un alma.
Con un millón de fieles concluyó esta edición 433 de la celebración que enaltece a Melchor, Gaspar y Baltazar, personajes bíblicos que tras seguir la estrella de Belén, conocieron a Jesucristo recién nacido.